24. Oculto

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Sin embargo, no sentía su cuerpo caer. Con los ojos cerrados para no quedar ciego, sólo oyó un estruendo que se desvanecía en la distancia, y luego quedó suspendido en el espacio.

Una vez se atrevió a abrir los ojos, descubrió que no había mucho que ver. Los fragmentos de memorias copiadas se habían hecho polvo de datos, y lo llenaban todo a su alrededor.

Las partículas flotaban con la misma ingravidez que él. Entre ellas, pudo divisar una mota azulada que giraba a pocos metros de su posición.

—¡V-mon!

Daisuke vio el cielo abierto al encontrarle con vida, y volvió a nadar por el vacío, esta vez con éxito. Después de una noche que se le había hecho tan larga como si cada segundo fueran mil, el tener un momento en el que poder ir a abrazarle, poder devolverle algo del cariño que le daba, no podía evitar que se le saltasen las lágrimas.

—Daisuke... lo he derrotado —alcanzó a decir el dragón, totalmente agotado—. Ya estás a salvo.

—Y tú también, colega, ya estás conmigo —rio él, embargado por la emoción—. Perdona que estuviese tan frío contigo antes. Me estaba rayando demasiado por una tontería, y tú sólo querías hacer que me sintiera mejor, ¿verdad?

—Entonces, ¿lo he conseguido?

—Pues claro que sí, tonto —respondió, posando su frente en la del Digimon.

En lo más alto, una luz dispersó gran parte de los datos. Gracias a ella, se hizo visible una estructura que hasta entonces había permanecido oculta entre el polvo. Daisuke levantó la vista para ver aquel conjunto de rectángulos y botones de colores que tantas veces había tenido en la pantalla de su ordenador: la Puerta Digital. Estaba programada para conectar con su habitación. Sólo tenía que activarla.

Digimon 02: La noche de las mil nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora