27. Duda

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Otra vez la misma frase. En ese momento, Daisuke lo interpretó como una burla. La sombra se estaba riendo de su escapada, y trataba de jugar con su autoestima una vez más, porque en otros tiempos tal vez habría caído en la trampa.

En resumidas cuentas, el virus le estaba llamando "cobarde" por no enfrentarse a él. Y una parte de su ser ardía de ganas de demostrarle que no era así, que tenía las agallas necesarias para quedarse y luchar. Pero la experiencia le decía que no era la opción más sabia.

—¿Te crees que estoy huyendo de ti? —bufó, bajando la cabeza para mirarle sin soltar a V-mon—. No sé cómo te atreves a llamarme cobarde, si no paras de alimentarte de esas memorias que tanto me atormentaban. Si me quedo y fuerzo a V-mon a que luche contigo a solas, ¡no será una lucha justa! Él está agotado... tú tienes un suministro de energía sin fin. Pero cuando salga de aquí, no podrás tocarnos a ninguno de los dos. Sin un cuerpo al que poseer, en la realidad no eres más que un fantasma. ¡Por eso quieres encerrarme aquí!

Además de plantarle cara, Daisuke también decía todo aquello para espantar las dudas de su propia mente. Apenas podía oírse a sí mismo por encima de los gritos y lamentos, que parecían provenir de recuerdos aleatorios. En medio de la cacofonía de sufrimiento y agresividad, volvía a su cabeza el terror existencial que había sentido unos minutos antes, cuando investigó las distintas posibilidades de su vida.

Todos los errores que podría haber cometido sonarían tal vez parecidos a ese ruido. No era el momento de pensar en ello y quería taparse los oídos, pero tenía ambas manos ocupadas.

Cuando estaba a unos diez metros de la Puerta Digital, esta comenzó a fallar. De vez en cuando, el mensaje que indicaba que la Puerta estaba abierta cambiaba a «cerrado» durante unos instantes. La imagen de su habitación real al amanecer se perdía intermitentemente, y con ella el haz de luz y el efecto de tracción, lo que hacía que Daisuke y V-mon regresaran unos centímetros hacia abajo.

El niño elegido mantenía su brazo derecho completamente recto y apretaba su D-3 con fuerza... pero la señal empezaba a debilitarse más. Algo iba muy, muy mal.

Digimon 02: La noche de las mil nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora