18. Decadencia

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El "chico de los milagros" abrió la puerta de aquella falsa habitación, mentalmente preparado para encontrar algo preocupante al otro lado. Y el resultado no decepcionó: en vez de un pasillo de su casa, había un amasijo de paredes retorcidas y rotas, que daban al abismo. Las ventanas estaban cubiertas con una imagen artificial de la ciudad de noche, para que Daisuke creyese que había despertado.

El espacio que encerraba la representación de su habitación parecía, visto desde fuera, un cubo de hormigón con tuberías cortadas. La luz violeta provenía del vacío en el que se encontraba aquel lugar, una especie de dimensión de bolsillo poblada sólo con copias de lugares en los que Daisuke había estado.

Era un caos de paisajes recortados del mundo real y el mundo digital. Al lado de las ruinas del puente que ayudó a construir para los Digimon estaba el campo donde jugó contra el equipo de fútbol del Tamachi, y en el patio de su escuela estaba la entrada a la cueva donde encontró el Digimental del Valor.

Cuando no estaban solapados el uno con el otro, los lugares estaban todos conectados entre sí mediante estructuras parecidas a raíces de color negro. Además, estas convergían en una sola a medida que se acercaban a la falsa habitación, dando la apariencia de que habían surgido a partir de esta, y que eran como hojas en las ramas de un árbol.

Al llegar al final del pasillo retorcido que acababa en la nada, surgió una nueva raíz de la habitación, lo suficientemente gruesa como para que Daisuke caminar sobre ella. El tacto era áspero y desagradable, como de neumático, y por dentro se podía apreciar cómo unos bultos fluían hasta las puntas.

Una vez la raíz nueva estaba cerca de los otros lugares copiados, las puntas florecieron y se nutrieron de los datos contenidos en aquellos bultos, para generar una copia del lugar donde se estrelló la base de Digimon Emperador, justo el último lugar al que se había transportado Daisuke en su viaje por las líneas de tiempo.

—La sombra me estaba utilizando para absorber... ¿recuerdos? Aunque mirarlos aquí me da escalofríos, hay algo en ellos que me da muy mala espina.

Entre la quietud de los lugares artificiales, desde el rabillo del ojo, pudo notar movimiento. Al fijarse con mayor atención, distinguió la sinuosa forma de la sombra, que parecía estar arrastrando algo consigo en dirección a la base que acababa de aparecer.

—¡Eh, tú! ¡Devuélveme a mi amigo! —vociferó, y comenzó a correr por la raíz en la misma dirección—. No dejaré que nada de esto sea en vano, ¡lo juro!

Digimon 02: La noche de las mil nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora