06. Bruma

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Entonces, la puerta que daba a la terraza se abrió de pronto, y con ellas las cortinas. Una ráfaga de aire oscuro irrumpió en su cuarto y formó un huracán que tiró todos sus cuadernos y pósters por los suelos.

La bruma que viajaba en sentido antihorario parecía desdibujar lo que se veía a través de ella, como quien mira en la superficie del agua. Daisuke giraba sobre sí mismo, descalzo en el ojo del remolino. Sentía que podía tropezar en cualquier momento, pero no conseguía terminar de quitarse aquel sopor de encima.

—¿Qué es esto? ¿Quién eres? ¡Descúbrete!

Sus gritos sólo consiguieron que se marease por completo, como si el riego sanguíneo no le llegase bien a la cabeza.

Pero había una sensación familiar de desorientación. Su primer instinto fue pensar en el mundo invernal de Nat-chan, aunque luego recordó la trampa de Chocomon, o Wendigomon, en Summer Memory. Aquello era mucho más parecido al mal augurio que sentía, oprimiéndole el pecho.

El mareo lo dejó sentado en el suelo, momento en que dirigió la mirada a su cama. V-mon seguía durmiendo plácidamente, inconsciente de que la bruma se estaba condensando junto a él hasta convertirse en una sombra de aspecto fantasmal.

El ser etéreo, con un cuerpo serpentino y sin piernas, fue volviéndose más definido, y su negrura más profunda. De su espalda surgieron dos trazos parecidos a alas rudimentarias, y en su cabeza crecieron dos cuernos que se extendían hacia atrás en zigzag. En la oscuridad que lo formaba se formaron dos huecos rasgados en la cabeza que parecían ser sus ojos, centrados completamente en observar al Digimon.

—¡No te lo permitiré! —Daisuke hizo acopio de todo su aguante, y corrió para interponerse entre el espíritu y su compañero—. No pienso dejar que le hagas lo mismo que a Chocomon. ¿Me oyes?

La sombra respondió ladeando la cabeza, como si no entendiera bien lo que decía. Pero Daisuke no le veía sentido a aquella reacción. Sin duda alguna la bruma le transmitía la misma sensación funesta que experimentó en Summer Memory, y por tanto debían tener relación. ¿O tal vez se equivocaba?

En ese momento de duda, el ser decidió erguirse por completo. Desplegó sus alas y comenzó a encorvarse sobre los dos.

Daisuke estaba completamente seguro de que la sombra iba a abalanzarse sobre ellos, fuera quien fuese el primero que recibiera el impacto. No se movió ni un centímetro, y siguió protegiendo a su amigo con los brazos abiertos.

—¡V-mon, despierta! ¡Tienes que despertarte! ¡Vamos, estamos en peligro! ¡¡V-mon!!

Digimon 02: La noche de las mil nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora