Su primer instinto fue agarrarlo con el brazo derecho y quedarse congelado mirando la pantalla. Sin embargo, por alguna razón tenía unas tremendas agujetas en ese brazo, así que optó por sostenerlo con el izquierdo. Dio otro sonoro estornudo, y al fin descolgó.
—¿Hola?
—¡Buenos días, Daisuke! —La voz cantarina de la elegida de la luz asomó por el otro lado de la línea—. Acabo de leer el mensaje. Quería deciros que os pongáis mejor cuanto antes V-mon y tú, pero me pareció mejor por teléfono...
—Pues muchas gracias, Hikari —le respondió. Hasta él se sorprendió de la formalidad con la que había dicho su nombre. Estaba acostumbrado a hablarle con un tono mucho más cercano—. Fíjate, con 38 de fiebre estamos los dos. No sé si hemos pillado algo o ha sido por dejar la terraza abierta...
—¡No me lo puedo creer! ¿En serio se te olvidó cerrarla?
—Eso es lo raro, juraría que sí la cerré... Aunque en verdad no recuerdo muy bien lo que hice anoche, esta fiebre no me deja ni pensar. ¡Vete tú a saber!
La respuesta fue seguida de otro estornudo. Daisuke, al ver que no estaba en condiciones de presentarse a desayunar, decidió ir a darse una ducha, con la esperanza de que el vapor le despejase un poco. Se colocó el móvil en el cuello para tener ambas manos libres, pero al hacerlo notó que le molestaba, y no era por la bufanda.
—¿Crees que será alergia? —sugirió Hikari—. Dicen que este año los cerezos van a florecer muy temprano. ¡El jueves, nada menos!
—¡Ostras, es verdad! Con esto del fin de curso siempre se me olvida.
—¿Ehh? ¿Tenías algo pensado?
Daisuke repasó en su cabeza por qué había dicho eso. Por supuesto que le apetecía ir a ver los cerezos, y de paso llevar comida. Su idea era ir el fin de semana, y pasar allí la tarde con todos. Aunque sonaba obvio, al pensar en ello, se sintió más emocionado que de costumbre.
No sólo quería ver a su grupo más cercano, también a los elegidos de Odaiba. Eso sí, iba a ser complicado hacer sitio para doce humanos y sus doce Digimon. La gran mayoría de la gente todavía no estaba acostumbrada a verlos por la calle, ya que no era algo muy común.
—¿Crees que podríamos organizarnos para estar todos el sábado? No sólo nosotros seis y nuestros Digimon. También, Taichi, Yamato... aunque con Mimi y Joe va a ser difícil... ¡V-mon y yo intentaremos curarnos lo antes posible!
—¡Ah, eso suena estupendo! Seguro que a mi hermano le hace ilusión.
—Y bueno, supongo que también podríamos invitar a otras personas —Daisuke volvió a hacer círculos con un pie en el suelo—. Por ejemplo, alguien me dijo que escuchó que se rumorea que Joe se ha echado novia. ¡No sé! Tampoco somos un círculo cerrado, podemos... bueno, ya sabes. Será divertido.
Hikari se echó a reír. La risa de Tailmon también se oía en la distancia.
—¿Lo dices por los bombones? Tailmon me dijo que mi hermano te lo había contado.
—¿Qué? ¡No! Quiero decir... sí, pero... Taichi no quería, me refiero a que...
—Miyako ha recibido la misma caja, y Sora también. Están... dulces, muy muy dulces. ¡Pero es una receta interesante! Nunca había probado chocolate blanco relleno de crema de cacahuete.
Daisuke tenía la sensación de que le habían presentado un sistema de ecuaciones de cuatro incógnitas. El único chico tan desesperadamente ligón que conocía era Wallace, pero todos llevaban mucho sin hablar con él, y habría jurado que no conoció a Sora.
—¿Miyako? ¿Sora? ¿Receta? ¿Crema de cacahuete? —Al dejar un pijama limpio junto a la puerta del baño, la respuesta se manifestó en su mente—. ¿¡Mimi!?
—¡Bingo! Ay no, se me ha pegado de Miyako...
—¿¡Pero qué rayos hace Mimi mandándoos chocolate como si fuera un pretendiente, vamos a ver!? —Daisuke levantaba tanto el tono de voz que le salían gallos y empezaba a toser—. No me lo puedo creer... ¡Soy un auténtico idiota!
—¡Bueno, ya sabes cómo es! Estaba probando nuevas recetas de bombones creadas por ella, y nos ha usado como jurado. Aunque creo que a Agumon le han gustado más que a mí. Daisuke, ¿sigues ahí?
—Sí, es sólo que...
El muchacho pensó con detenimiento su respuesta. ¿Realmente quería decir lo que sentía? ¿Era apropiado? En el fondo, Hikari había llamado para preguntarle por su salud y la de V-mon. ¿Significaba eso algo? ¿Merecía la pena darle vueltas?
Aunque lo ideal quizá habría sido tomarlo como un indicio de que le gustaba, en realidad no tenía por qué. En el fondo, ella siempre había sido una persona bastante considerada.
Y quizá eso era suficiente.
—No es nada, Hikari, es que... —alcanzó a decir. V-mon apareció junto a él, y le dio unos suaves golpes con el codo. Daisuke le sonrió, y negó con la cabeza—. Que en serio, muchas gracias por preocuparte. ¡V-mon se ha puesto muy contento, también! ¡Ah! ¡Y no te olvides de la tarea!
—¡Que sí, hombre, que sí! —bromeó ella—. ¡Ay, que llego tarde a clase! ¡Hasta luego!
—¡Ta luego! —se despidió, y colgó con una expresión serena—. Tenemos mucha suerte, ¿verdad, V-mon? Oye, si Ken ha terminado los exámenes, ¡a lo mejor esta tarde podremos hablar con él y Wormmon por la webcam!
—¿Seguro que no se contagiará por la pantalla?
—¡Pues claro que no! Bueno, imagino que no... La verdad, ni siquiera sé si lo nuestro se contagia —confesó Daisuke.
—Oye, ¿no vienes a desayunar? —V-mon se rascó la nariz con impaciencia—. Yo casi he terminado...
—Creo que me hace falta una ducha urgente. ¡Y a ti también, que lo sepas! Pero ya que estás, mejor termina y entras después de mí, no se te vaya a enfriar. Yo voy entrando ya al baño.
—¡Entendido! —El dragón hizo un saludo militar, y se apresuró de vuelta al comedor. Un estornudo suyo resonó en todo el pasillo.
—Menuda noche más rara. Debería comprarme un diario de sueños, siempre se me olvidan al poco tiempo de despertar.
Al dejar el móvil sobre la ropa limpia, se percató de que tenía restos rojizos debajo de las uñas y en las yemas de los dedos. Con discreción, fue a olerlos. Un aroma metálico confirmaba sus peores sospechas, pero no entendía muy bien qué podía tener sangre de entre todo lo que había rozado esa mañana.
De repente, palideció. Caminó lentamente hacia el espejo, y comenzó a quitarse la bufanda. Le escocía ligeramente al apartarse de su piel.
Una vez la dejó caer al suelo, se quedó absorto mirando las marcas con sangre seca que sus propias uñas habían dejado en su cuello.
—¿Qué... qué demonios ha pasado esta noche?
F I N
ESTÁS LEYENDO
Digimon 02: La noche de las mil noches
FanficNoche del 15 de marzo de 2004. Taichi advierte a Daisuke de la presencia de unas extrañas distorsiones que infectan a los Digimon, muy parecidas a la que vieron con Wallace dos años antes. Sin embargo, Daisuke está más pendiente de otro acontecimien...