Spooky Parade - Hyunlix.

Luna de Sangre.

DIA 10 🎃

Existe una leyenda en su familia desde hace años que durante una luna de sangre el niño que se encargaría de destruir el mundo nacería. Esperando por siglos que el gran acontecimiento ocurriera cada víspera de Halloween proceden hacer rituales que atraigan aquella luna que por fin traiga al rey del inframundo a la tierra.

Hyunjin sabe que la leyenda es real, el azabache lo sabe porque su misión en la vida es cuidar del mal hecho carne en un joven de cabellos rubios y hermosas pecas que ahora mismo lo mira con un puchero en los labios.

— ¿Así de malo me hacen ver? — pregunto el muchacho de linda mirada al hombre encargado de cuidarlo. — ¿Soy una abominación de la naturaleza?

— ¿Con sinceridad? — el chico sentado en medio de aquella gran cama asiente casi luciendo infantil. — Si Lix, eres una abominación de la naturaleza. — ve la ofensa crecer en los rasgos hermosos de ese rubio.

— ¿Y entonces porque no darme muerte? — toma una almohada cerca de el para estrujarla entre sus manos. — No tiene sentido que gastes tu vida cuidando de alguien que es tan horrible como yo.

—Tu existencia es necesaria, Felix. — se acercó lo suficiente para sentarse a un costado tomando el rostro del pecoso para que sus ojos se encontraran. — Este mundo está podrido, la maldad crece dentro de cada persona como un cáncer ramificándose hasta el núcleo de la tierra y eso ha pasado desde mucho antes de que llegaras al mundo, eso es algo que me fue enseñado desde pequeño y así mismo a mis antepasados.

—Soldados del demonio...— susurro el pecoso. — ¿no es acaso una carga muy pesada? ¿acaso tu alma no está en contra de protegerme?

—No hay nada en mí que pueda rechazarte a ti. — le sonrió despeinando sus suaves cabellos. — fui bendecido cuando me eligieron para ser tu escolta hasta que tu fuerza sea tanta que puedas dar pie al apocalipsis.

—Cuando mi nivel de maldad este completo. — se burló ganándose un ceño fruncido por parte del azabache. — Lo siento, supongo que el tema es más serio para ti que has sido preparado para vivir las atrocidades de las que dicen soy capaz, que para mí que se supone debo saber cómo destruir el mundo.

—Es por eso que me han puesto a cuidar de ti, seré lo que necesites que sea para ti, Felix.

— ¿Y si necesito llevar una vida como cualquier mortal? — protesto. — ¿Qué pasa si jamás me siento listo para acabar con el mundo? Harán que cumpla mi cometido y si no lo hacen quienes me engendraron te obligaran a ti a hacerme cumplir.

—Repito. — dejo un beso en la mejilla del pecoso. — Seré lo que necesites que sea. Ahora dime ¿a qué le tienes miedo realmente? No me digas que le has tomado cariño a este mundo podrido que se está auto destruyendo.

—Cuando el apocalipsis se desate tu morirás también en él. No quiero caminar en este mundo desolado por la eternidad.

—No vas a estar solo Lix, parte de la labor de protegerte y asegurarme que cumplas tu legado de nacimiento es acompañarte hasta que el tiempo y espacio se hagan polvo desapareciendo.

—Eso quiere decir que caminaras conmigo por el fuego destructivo del fin del mundo.

—Ya te he vuelto muy instruido en las palabras, perfectamente puedo pasar la eternidad viendo arder el mundo junto a ti. — beso sus labios. — Se todo lo malvado que quieras Felix, estaré orgulloso de ti.

La luna de sangre que prometía al rey del inframundo había llegado hace veintidós años, Felix era el resultado del apareamiento de un ángel y un demonio asegurando que todo lo bueno del cielo se corrompiera y toda la maldad del infierno se congelara cuando aquel niño lloro por primera vez hace más de dos décadas.

La próxima luna de sangre estaba por llegar y Felix estaba listo, preparado por Hwang Hyunjin un soldado proveniente de una secta que adoraba el nacimiento del rey del inframundo. La noche de Halloween en donde la puerta del mundo sobre natural y la tierra se unía fue que el pecoso de inocente semblante abrió las puertas del infierno, la tierra tembló, el cielo se oscureció y los gritos fueron el coro infernal para darle la bienvenida al fin del mundo.

—Hecho esta. — susurro el pecoso viendo el final del mundo como se conocía mientras era cobijado y felicitado por su leal lacayo quien lo mimaba entre sus brazos.

—Hecha esta. — repitió el azabache. — Bienvenido a la nueva era, mi rey.

Fin.