20. Velas de fresa

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— Mike, ¿sabes si Harry respondió a mi llamada?
— No Lou, aún no.

El nuevo mánager del castaño, Mike, un hombre de tez blanca, cabello oscuro y ojos miel, estaba atento al teléfono. Hoy, el ojiazul quería llevar a su novio a un lugar especial, pero su chico rizado no había respondido.

— Mmm, seguro que está ocupado. Espera un par de horas y verás como te responde.
— Estoy nervioso. Le quiero pedir matrimonio, ¿crees que es muy pronto?

Llevaban ya tres años de relación. Hacia un par de meses que habían decidido confirmar su relación. Hasta el momento todo se sentía calmado, felicidad por todas partes.

— Yo no creo que sea pronto. Si amas a alguien y ves un futuro con él, ¿por qué no?
— Es el amor de mi vida...oh, mierda. Ya me ha salido ese lado cursi, es que...mi solecito es...
— Lo sé, lo sé — Mike rió dulce. — Tranquilo. Hoy es tu noche.
— Si, siii, quiero que todo sea especial.
— Lo será.

El ojiazul sonrió. Se sentó y al segundo se paseaba por la habitación.

— ¿Y si él no me responde porque sabe mis intenciones y no quiere?
— No digas tonterías Lou, él te responderá.
— Lo sé, estoy nervioso, perdón.
— ¿Por qué no, te dejo solo, te preparas, y en una hora o dos, le escribes de nuevo? O le llamas.
— Es una gran idea, Mike. Tengo que ducharme y todo.
— Bien. Me escribes para cualquier cosa.

El castaño asintió y el moreno se fue. Se metió a la ducha volando, como un rayo. Cantaba mientras se enjabonada el cabello.

I think I wanna marry youuuuuu....

Cantaba una de las muchas canciones de Bruno Mars. Que gran hombre y que gran música tiene.
Cuando ya estaba bañado, salió para mirarse al espejo en bata.

— Hora de rebajar esa barba de vagabundo Tomlinson.

Agarró la máquina de afeitar y eso hizo, rebajar su barba bien cuidada. Tenía que estar perfecto para su chico rizado.

Estuvo aproximadamente media hora eligiendo que ponerse. No se decidía por nada, hasta que eligió una camisa negra con unos pantalones bastante formales oscuros.

— Demasiado oscuro Louis, joder.

Buscó más, sacando una camisa blanca y unos pantalones menos formales.

— ¿Que voy, a una cena de amigos? No, Louiiiiis, vas a pedirle matrimonio al amor de tu vidaaaaaa, a tu solecitooooo.

Siguió buscando. Finalmente, se puso una camisa azul marino que combinaba a la perfección con unos pantalones oscuros.

— Así perfecto.

Se peinó y puso perfume. Se miró una última vez al espejo y sonrió.

— Hey solecito...he estado pensando y...tres años han sido suficientes para darme cuenta de lo feliz que me haces, de que quiero pasar toda mi vida contigo...dios, no puedo imaginarme sin ti...sin duda eres mi otra mitad, amor...nono, debo ser más poético.

Ahí estaba el joven de casi veintisiete años, hablando consigo mismo frente al espejo. Su reflejo era testigo de todo, como si fuera otra persona escuchando.

— Tú me hiciste más valiente, más feliz...le diste un sentido a mi vida...oh amor...agh, parezco Romeo.

Sacó de la mesita de noche una pequeña cajita que abrió, dejando ver un anillo de compromiso francés, con dos iniciales en ella: "LS" que significaba "Larry Stylinson". Tenía una pequeña gema de lapislázuli y piedras pequeñas de esmeralda alrededor. Simbolizaba, sin duda, los colores de ellos, eran ellos.

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