❝Las peculiaridades de una persona, son importantes, es lo que la hace especial de cierta forma, pero... Mis peculiaridades, no son algo digno de mirar o apreciar❞
Megumi bufó al percatarse de que seguirían al séptimo hokage.
Se suponía que era su día libre, sin Uzumaki Naruto el hokage, misiones, la cara atractiva pero de amargado de Nara Shikamaru y peleas.
Pero Sarada parecía realmente necesitar seguirlo.
—Espera, tengo una idea —la sujeto de la tela de su ropa y caminó en dirección a donde sabía que se encontraría con él.
Era usual que Naruto no recibiera su almuerzo, pero ella solía alejarse para no ver el rostro de molestia o decepción de Boruto, esta vez no.
—Llegas tarde —dijo Shikamaru cuando alcanzó a ver a Boruto llegar —Ahora entiendo por qué me pidió que te dijera que lo siente.
—Tch, vámonos, Mitsuki.
—Boruto —le llamo Megumi.
Sin tardar, el rubio volteo a la velocidad de la luz.
—Me-Megumi-san —saludó con torpeza.
—Boruto, Sarada y yo teníamos algunos pendientes fuera de la aldea, tal vez ella y yo podamos llevarle su comida a nanadaime-sama, solo si quieres.
El rubio dudo, pero asintió.
—¿Desde cuando son tan amigas? —cuestionó.
—Desde un tiempo atrás —respondió la pelimorada aún sonriendo con suavidad —¿Entonces si?
—No, se lo llevaré de vuelta a mi madre, él sabía que ella se lo preparó y aún así se fue.
Megumi le miró un par de segundos alzando la ceja ante su repentino cambió de humor.
—Eso es cruel de tu parte ¿Sabes? Puedes evitar desperdiciar la comida que tu madre elaboró con cariño teniendo la oportunidad de entregársela, pero bueno, es tu decisión, Boruto —se encogió de hombros dando un paso atrás.
El Uzumaki finalmente miró a Megumi a los ojos.
—Esta bien —bufó entregándosela, cuando sus manos se rozaron, las mejillas de Boruto volvieron a estar rojas.
Megumi sonrió.
—Naruto va al paso Shikoro —musitó Shikamaru, recordaba con claridad que cuando la pelimorada tenía un día libre, no se acercaba e incluso evitaba a toda costa lo que tuviese que ver con el hokage—¿A dónde vas tu, Megumi? Es sorprendente ver que-
—¡Gracias, Shikamaru-san! —exclamó Megumi antes de tomar apresurada por la tela de su ropa a Sarada nuevamente —Adiós, Boruto y amigo de Boruto —agitó la mano en su dirección.
—Adiós —murmuró el rubio.
—Mocosa rara —bufó Shikamaru sabiendo que ella lo interrumpio de golpe.
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