2 - The Hallow

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TW: temas generales y de muerte, referencias a la tortura


—Bueno, al menos hay ventajas —dice James con falsa alegría, alargando la mano para arrancar una pequeña tarta de limón de la mesa que está llena de comida seguramente exquisita.

Regulus resiste el impulso de poner los ojos en blanco. Por supuesto que James intentaría ver el lado positivo. Es tan irritantemente positivo que Regulus lo odia. Lo ha odiado durante años.

No todos, es cierto, pero años, al fin y al cabo.

Sirius parece cansado. No está comiendo, y Regulus tampoco. El tren continúa, y el único que ha hablado es James. Regulus le mira y se pregunta cómo puede conseguir actuar como si las cosas estuvieran bien. ¿Mira a Regulus y se pregunta si tendrá que matarlo, del mismo modo que Regulus lo mira y se pregunta si puede hacerlo? Nada de esto está bien.

—No, de verdad, tienen que probar uno de estos —declara James con la boca llena, con los ojos muy abiertos mientras les agita la tarta.

—Bueno, todo esto es muy... sombrío —dice Pandora al entrar en el vagón, con los labios fruncidos. Es una Hallow de pies a cabeza, su estilo excéntrico es fuerte y dramático. Su voz, a pesar de ser la que lo llama por su nombre en la cosecha -la parca, si se quiere-, es muy tranquilizadora.

Regulus se echa hacia atrás en su silla y dice, rotundamente: —Bueno, la muerte es un tema sombrío, en general, excepto para las Hallows, supongo. James y yo vamos a llamar a la puerta de la muerte muy pronto, así que nos perdonarás por ser un poco... sensibleros.

—La muerte también es un tema sombrío para nosotros —le dice Pandora con el ceño fruncido, juntando las cejas.

—Oh, qué chocante —contesta Regulus, ladeando la cabeza con fingida confusión—, creía que a los Hallows les gustaban ese tipo de cosas, pero sólo cuando se trata de gente como nosotros, ¿no?

Pandora aprieta los labios en una fina línea, pareciendo ridículamente herida, y Regulus no se arrepiente. Ella resopla ofendida y estrecha los ojos hacia él: —Sabes, con tu actitud, no espero realmente que consigas muchos patrocinadores, Regulus.

—Bueno, eso es más trabajo de Sirius que mío —murmura Regulus.

—Tienes que darme algo con lo que trabajar, Reg —dice Sirius con cansancio, con la mirada fija en la ventana mientras observa cómo el mundo de fuera pasa a latigazos junto a ellos—. No puedo presentar algo a los padrinos si no les das algo que les guste.

—La verdad es que no me importa —admite Regulus, porque no le importa.

La mirada de Sirius se dirige a él: —Tiene que importarte. Los patrocinadores pueden salvarte la vida en la arena. Yo estaría muerto si no fuera por los patrocinadores que tenía y la brillante gestión de Effie con ellos, pero era carismático. Tú... —Sirius hace una mueca y Regulus frunce el ceño. Sirius chasquea los dedos y señala a James— ¿Ahora, él? Será fácil conseguir patrocinadores para él. Es encantador, es amable, sabe cómo caerle bien a la gente. Será como quitarle un caramelo a un bebé. ¿Pero tú? Quiero decir, nunca sonríes, y eres jodidamente malo, y gruñón, y miserable. A la gente no le va a gustar eso.

—Entonces, lo que estoy escuchando es que, para conseguir patrocinadores, ¿no se me permite ser... yo mismo? —pregunta Regulus con incredulidad.

—Sí, exactamente —responde Sirius con prontitud, el muy capullo—, se como James.

Regulus lo fulmina con la mirada: —No me parezco en nada a James.

—Sí, como hemos establecido, que es el problema —le dice Sirius, totalmente ajeno a la forma en que esas palabras son un cuchillo que se hunde en las entrañas de Regulus. Regulus ya lo sabe. Regulus lo sabe desde hace mucho tiempo.

Crimson RiversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora