Capítulo 1- Ser amigos.

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Nuestros errores tiene consecuencias, había aprendido eso hacía mucho tiempo pero mis grandes errores aun me perseguían afectando me no sólo a mí sino también a los que me rodeaban en especial a dos de las personas más importantes de mi vida.

Pasé la mañana en cama, viendo a nada mientras la voz de mi tormento susurraba a mi oído un millón y medio de verdades.

Al llegar el mediodía, me di un baño y bajé al restaurante del hotel para almorzar algo, a pesar de no tener apetito. El hecho de que mi hijo estuviera teniendo algún problema me tenía los nervios a punto. Ordene pasta y una copa de vino que se convirtieron en dos.

—Sam?— me llamó una voz masculina. Giré y me topé con alguien a quien no creí que volvería a ver nunca.

—Armando?— pregunté. Armando White, el hombre que me brindó su favor durante tanto tiempo en aquella época cuando trabajaba para Drake.

Me sonrió y levantándo me de la mesa le abracé con fuerza, él me respondió el abrazo y besó mi mejilla.

—Pero qué haces aquí pequeña...bueno ya no tan pequeña— dijo.

—Vivo aquí, me mudé hace unos años, qué hay de ti? Dios estas algo viejo Armando— bromeó al ver su cabello lleno de canas y sus arrugas ya rodeando sus ojos.

—Los años no pasan en vano Samantha. ¿Estás almorzando? Puedo acompañarte?— preguntó.

—Me enojaria mucho contigo si no lo haces— dije.

Tomamos asiento y me atreví a ordenar algo más para acompañarle. Charlamos con buen recuerdo del pasado aunque no pudimos evitar tocar los temas desagradables. Armando estaba en Sydney por el matrimonio de su hija en año nuevo, su esposa no pudo soportar la enfermedad que la aquejaba y terminó falleciendo poco tiempo después de nuestro último encuentro. Pasamos toda esa tarde hablando de mil cosas hasta que llegó la hora de pasar por Andrew a la escuela.

—Oh...es muy parecido a...— decía Armando al ver la foto de Andrew que le mostré en mi teléfono.

—No me lo parece— me apresure a decir para luego despedirse con la promesa de cenar juntos antes de que él partiera del país.

Tomé un taxi el cual me llevó hasta la escuela. En la entrada ya me esperaban Leo y Drew, este último corrió a abrazarme desde que salí del auto.

—Llegas tarde— dijo Leo molestó.

—Lo lamento. Me encontré con alguien...—

—Otro...No importa. Ya vámonos— dijo y comenzó a caminar hasta el auto.

Me subí en la parte trasera con Drew quien me contó un poco de su día. Noté entonces un pequeño rasguño en su brazo y al preguntar qué pasó este me explicó susurrando me que se había peleado con un compañero pero que no quería que su padre lo supiera.

—¿Pasa algo allá atrás?— preguntó Leo quien nos observaba por el espejo retrovisor.

—No. Sólo nos contamos secretos— respondí y Drew río.

—Oye porque no están de vacaciones en el colegio? Es Navidad— pregunté.

—Programa extendido, algunos padres pagan para que sus hijos se queden horas extras incluyendo estos feriados— contestó.

—Eso no es mucho?— pregunté pero él no me contestó.

Llegamos a un edificio de ladrillo rojo, ubicado en una zona muy calmada de la ciudad. Entramos y Leo habló con la secretaría del psicólogo, el señor Roberts quien ya esperaba a Drew por lo que lo hicieron pasar de inmediato.

Marcada: Jacobs, Stewart, Schmidt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora