Dulce, el aroma que desprendía su piel siempre era tan dulce, el calor de su cuerpo me daba paz, la pasión en sus ojos me llevaba de vida. Leo Stewart, mi amado profesor.Alison se apareció por casa esa misma tarde, Leo había ido por Andrew y de allí planeaba pasar por sus cosas para instalarse enseguida conmigo, ir a un hotel no tenía el más mínimo de los sentidos y pasar un segundo lejos del otro no era parte de nuestro nuevo plan de vida.
Abrí la puerta y ella estaba allí, ni bien me vio lanzó un golpe a mi rostro el cual recibí conforme porque sabía que lo merecía.—Eres una maldita infeliz! — me gritó con lágrimas en los ojos.
—Ya lo sé — respondí llena de cinismo. Me gritó unos mil improperios, cosas que jamás imaginé saldrían de la boca de una dama como Alison, pero comprensibles tomando en cuenta la situación en la que nos encontrábamos.
—Espero que ambos se pudran en el infierno — maldijo antes de lanzar me la ropa interior que olvide en su casa a la cara e irse.
Me costó controlar mis impulsos, me costó no devolver le el golpe, no ponerle en claro que Leo nunca fue suyo, que siempre fue mío y siempre lo sería.
No le comenté a Leo sobre la visita de Alison hasta un par de días después, no quería amargar nuestro dulce momento con remordimientos que no tenían caso. Por fin, luego de tantos años y das y venidas, pánico y miedo, sangre y lágrimas, estábamos comenzando a ser una familia.
Andrew no podía creer que sus padres estaban juntos otra vez, era un niño muy pequeño cuando Leo y yo compartimos la misma pequeña casa en los suburbios.
—Prometan que no se separaran nunca más — dijo una noche mientras compartimos pizza viendo una película muy mala en la sala, nuestro nuevo lugar favorito.
Leo entonces me miró, tomó mi mano y la de su hijo. Andrew había tenido un cambio abismal en su comportamiento el cual le atribuimos a nuestra unión.
—Juntos siempre, no importa qué— dijo
Transcurrieron así un par de meses, llenos de cambios y adaptaciones. Leo decidió dejar su empleo en la escuela, alejarnos de todo el pasado con Alison era primordial y allí ella tenía muchos conocidos.
—Trabaja conmigo. Quizás la administración se te de bien. Necesito alguien de confianza para supervisar mi empresa de AIRBNB…— le propuse.
—Amor…Soy un come libros…—
—El más lindo de todos…— le interrumpí y él sonrió.
—No creo que pueda…—
Me acerqué a él, tomé su rostro en mis manos, besé sus labios levemente.
—No te voy a obligar a nada, pero recuerda que digamos que estamos juntos en esto, en todo. Leo necesito el cien por ciento de ti—
—Sin presión eh?— dijo y sonrió.
—Te pondré en las cosas legales, no te preocupes. Aprenderás rápido pero… hay una cosa que hace días quiero pedirte—
—Que desea usted mi amada?— preguntó rodeando mi cintura con sus manos.
—Que aprendas a disparar—
Leo se puso pálido, sabía que esa sería su respuesta, que argumentaria de mil formas porque no iba a tocar una pistola en su vida. Yo le recordé porque tenía que. Porque era crucial que supiera defenderse, protegerse a él mismo y a nuestro hijo.
Los enemigos a nuestro alrededor no paraban de crecer. Bajar daba pequeños golpes, acercándose sigilosamente a nuestro territorio. No podía siempre tener la preocupación de que Leo estaba indefenso. Luego de días de argumentos finalmente cedió.
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Marcada: Jacobs, Stewart, Schmidt.
JugendliteraturSamantha esta de vuelta en la vida de Leo y Andrew, quienes ahora tiene una nueva vida. Sam quiere recuperar la confianza pérdida y volver a ser una madre para su hijo pero una vida normal, común y corriente ya no es la vida ideal para ella, no desp...