Capítulo 7- Quizás no era el momento.

166 19 3
                                    


La nieve fría caía sobre mi piel. Observé a mi alrededor y vi que estaba en medio de la nada misma. Mire mis manos, en una sosteniendo una pistola, en la otra un corazón humano el cual aún latía. El blanco manto se comenzó entonces a teñir de rojo.

"Samantha" susurraba el viento, su voz sonaba familiar.

"Dónde estás? ¿Dónde puedo encontrarte?" Pregunté desesperada.

"Samantha " repitió la voz.

"Klaus?" Pregunté.

Abrí los ojos a un nuevo día con la extraña sensación que una pesadilla puede dejar en tus entrañas, mucho más las mías que siempre parecían sacadas de una historia de terror.

Me coloque una bata encima y salí de la habitación. A medida que avanzaba a la sala,  las voces de Andrew y Leo se escuchaban con más fuerza.
La noche anterior, luego de hablar con Klaus, a quien sabía no había dejado muy contento, le arregle el sofá a Leo con una manta y una almohada para que pudiese descansar unas horas.

—Buenos días. Veo que algunos amanecimos muy animados hoy — comenté al verlos.

Leo estaba recostado en el sofá, Andrew encima de él haciéndo le cosquillas, una escena cálida que guardaré en mis escasas memorias felices para siempre.

—¿Te despertamos? Perdón. Es que este jovencito vino a atacarme…pero yo también sé pelear — dijo Leo haciéndo le un montón de cosquillas a Drew quien reía a carcajadas rogando por que se detuviera.

—Dios, son tan tiernos—se me escapa en voz alta.

—Si lo somos — dijo Leo sonriendo y sentí como mis mejillas se calentaban. Me había sonrojado?. Leo plantó su mirada en mí, su cabello despeinado, la bata de baño revuelta me daba una pequeña mirada a su torso. Sacudí mi cabeza enseguida. No había manera de que yo volviera allí, estaba con Klaus, quería a Klaus.

—Pasa algo Sam?— preguntó con ese tono de voz. Ese que me siempre usaba cuando de antemano sabía la respuesta a sus preguntas.

—Preparare algo para desayunar— dije entonces.

—Papá— pronunció Andrew.

—Si?— respondió Leo .

—¿Puedo pasar el día contigo?— preguntó el pequeño. Sorprendiéndonos a ambos.

Leo se quedó en silencio, frunció el ceño y preguntó.

—¿No olvidas que estás castigado? Tan rápido quieres librarte de lo que hiciste jovencito?—

—Papaaaa.. Lo siento si? No volverá a pasar. Puedo pasar el día contigo. Anda Má dileeee— dijo Andrew haciendo caras. Caras a las que Leo no se resistió.

—Está bien. Llamaré al colegio para pedir el día, si tú madre está…—

—Por favor. Un día padre e hijo. Es genial. Vayan y diviértanse — me apresure a decir.

—Genial. Me voy a cambiar— dijo Andrew saliendo corriendo hasta su habitación no sin antes darme un abrazo.

—Aveces quiero comérmelo a besos, es tan ahhh. Tierno cuando quiere— comenté.

Leo se puso de pie y me siguió hasta la cocina dónde le brindé una taza de café caliente. Se quedó pensativo, no dude en preguntar que cruzaba por su mente.

—Es raro— comentó.

—¿Qué es raro?— pregunté.

—Andrew de la nada queriendo pasar tiempo conmigo, solos. Últimamente no he sido su persona favorita…— confiesa.

Marcada: Jacobs, Stewart, Schmidt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora