Capítulo 20- No hay vuelta atrás.

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Su boca dulce atrapaba mis labios con diligencia volviendo los suyos, no queriendo dejarlos escapar. Las sábanas blancas cubriendo apenas nuestra desnudez.

—Te amo…— exhaló a mi oído y todo mi cuerpo se estremeció.

Abrí los ojos a la realidad de una nueva mañana. Era la tercera noche en esa semana que soñaba que llegaba a casa, tenía una agradable cena y platica,  lo que terminaba con la escena antes descrita, la única diferencia era que el protagonista de aquella fantasía cambiaba según el día, una noche se apellidaba Jacobs, a la siguiente Stewart y ese día,  Schmidt.
Era una puta por tener sueños sexuales con Drake? O aún desear estar en la cama con Klaus? O aún más puta por fantasear con Leo a pesar de estar a pocos días de casarse?. Compartir tanto con él me hizo remover todo lo que nunca se fue de mis adentros acerca suyo. Leo era un hombre tan maravilloso, comprensivo, respetuoso, amoroso, inteligente y hábil y por Dios que era apuesto y elegante y un montón interminable de otras cosas y por ello debía mantener mi deseo en eso, solo un deseo oculto en lo más profundo de mis perversiones, porque él no merecía que yo llegase a arruinar la oportunidad de tener la vida que sabía merecía.
Leo en esos días me trataba como una amiga más, platicábamos, eso me gustaba y me molestaba al mismo tiempo, pero era lo que yo quería verdad? Que se casara con Alison y tuviera una linda familia con casa de berga blanca, verdad? Además no iba a ser justo para nadie, si aquel alemán de ojos azules y cabello rubio no salía por completo de mi cabeza.

Había tenido muy pocas noticias de Klaus, parte de mi esperaba que cruzará por esa puerta y me obligará a punta de besos a perdonarlo pero otra apreciaba que mantuviera su distancia.
Supe que estaba movilizando sus negocios al norte de Europa, aunque dije que me desligaba de los nuestros, al final encontré el intermediario perfecto, Andros Papaioannou, un joven abogado recomendado por mi viejo amigo Armando White. Andros era mis ojos sobre Klaus, en el aspecto empresarial por supuesto.

—Iras a la boda?— me preguntó Paola mientras desayunábamos. Quién se convirtió en una conocida muy cercana. No tenía todos los detalles, no se los iba a dar, pero sabía que Klaus y yo ya no estábamos juntos y mi historia con Leo no era un secreto para nadie. La parte oscura de mis negocios le era un misterio, ella creyó que solo era una mujer astuta para invertir.

—No. Sería…. Raro— respondí tomando un sorbo de champaña. Paola era amante de desayunar acompañada de una copa del espumante.

—Más aún considerando que sientes cosas por él, ¿no? — preguntó sarcástica.

—Cierra la boca. Leo y yo solo somos amigos Paola, co-padres si lo quieres poner técnico — respondí.

—¿Él sabe eso? Más bien, tu de verdad te crees eso? Sam, veo como lo miras, disculpa que lo traiga a plato pero es igual a como veías a Klaus, no, es más intenso definitivamente y eso que Klaus y  parecía que querían comerse el uno al otro, era tan…. Sexy—

—Por Dios. Para ya. Además, eso no interesa mucho porque él se casará con Alison mañana y yo pues… puedo tener al hombre que yo quiera así que…—

Paola lanzó enseguida una risa.
—No me crees?—
—No, no lo dudo— respondió.
—No deberías—

—Eres una soberbia Samantha, por eso me caes tan bien. Sabes lo que quieres y vas por ello con toda seguridad y altanería, me encanta rodearme de gente así ya te lo dije—

—No digas más querida amiga que me sonrojo, no me hagas pensar que me coqueteas…— dije y ambas reímos.

—No, obviamente no juegas para mí equipo. Pero ya enserio. ¿Vas a dejar que se case?— preguntó, la respuesta se quedó en el aire cuando recibí la llamada de mi pequeño Andrew.

Marcada: Jacobs, Stewart, Schmidt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora