ℭ𝔬𝔫𝔣𝔢𝔰𝔦𝔬𝔫𝔢𝔰 𝔞 𝔪𝔢𝔡𝔦𝔞𝔰

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El estruendo del viento se escuchaba a través de los ventanales de madera de roble, la ferocidad de la brisa tumbó muchos árboles cerca del viñedo, los relámpagos eran tan fuertes que Diluc en un momento pensó que estaba en Inazuma.

Estaban sentados en los muebles del recibidor alrededor del acogedor fuego de la chimenea, ninguno de los dos había dicho una sola palabra.

-Una de las habitaciones está despejada para ti, puedes bañarte si gustas también.

-No traje ropa extra para cambiarme-agregó con algo de nerviosismo en tu tono de voz.

-No te preocupes por eso, hay un viaje de vestidos en esa habitación-espetó serio.

-¿Podría ir a verlos? Quisiera saber si hay algo de mi talla.

-¿Y esa urgencia por el cambio de ropa?-esbozó una sonrisa de burla.

______ se encontraba con sus brazos sobre sus piernas, se sentía sumamente incómoda con el frío y sus shorts de aventuras. Como ella no sabe disimular, se tapó aún más haciendo evidente su apuro por cambiarse. Diluc bajó su mirada con delicadeza y discreción desde su cara hasta sus muslos, un colorete le pintó las mejillas, casi colocándose del mismo color que su cabello.

-Bueno yo...

Se levantó automáticamente de la silla con movimientos torpes.

-Ven, te guiaré a tu habitación-le sonrió confortablemente-la chica lo chistó en ningún momento, lo siguió por las escaleras.

La mansión estaba finamente decorada, los Marcos del techo no sabía muy bien si estaban pintados de color dorado o si en realidad eran de oro, pero todo brillaba. Cuadros antiguos sobre frutas, pinturas del viñedo y sus diferentes paisajes. La chica se detuvo inconscientemente en un cuadro familiar donde se veía a Diluc se una edad muy temprana, aparecía el maestro Crepus, una mujer que ella pudo suponer que era la madre de Diluc y al pequeño pelirrojo de unos dos años en brazos de su madre.

El magnate se dio cuenta que la chica había parado su caminar, pudo darse cuenta que se detuvo a ver su pintura familiar la cuál se encontraba embelesada por la misma. Diluc se le puso a un lado y puso sonreir inconscientemente al ver la pintura. ______ notó que el pelirrojo se le arrimó a un lado, pero no dijo nada.

-Nunca pude conocer muy bien a mi madre-rompió el silencio, la chica giró su rostro hacia él mirándolo nuevamente, sus ojos carmesíes se iluminaron al ver aquella pintura que la chica no pudo evitar enternecerse.

-Murió por una extraña enfermedad luego de tenerme, lo único que puedo recordar de ella son sus cálidos rodeándome en noches de tormentas como esta.

_____ no dijo nada, ella escuchaba atentamente a Diluc.

-Noches como esta me llenan de nostalgia, tal vez este tipo de clima me recuerdan mucho a ella-sonrió como un niño, se quedó callado por unos minutos -Tú te pareces mucho a ella.

Abrió sus ojos a la par reaccionando a las palabras de Diluc.

-¿E-En serio?

Asintió el pelirrojo.

-Me acuerdo que mi papá me contaba que ella era muy testaruda y era la luz de mi padre. Recuerdo que ella era muy escandalosa y le encantaba hacernos reir-dejó salir un aire de nostalgia-Cuando ella tuvo que partir...la casa ya no era lo mismo sin ella-bajó su mirada con tristeza, aunque no pareciera, el magnate se ponía muy sentimental al hablar de su madre.

«Supongo que por eso no quiero que ______ se aleje de mi» Pensó el pelirrojo desde sus adentros.

-Diluc...-musitó con sentimiento, sintió algo de lástima con su jefe, bueno, ex-jefe. Llevó su mano en dirección a su rostro, pero Diluc la detuvo.

Roses| Diluc RagnvindrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora