𝕷𝖔 𝕻𝖗𝖔𝖒𝖊𝖙𝖔

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7.300 palabras

Medio día, el sol se encontraba justo en el centro del gran cielo liberando aquellos rayos centelleantes. Los árboles de la ciudad se mecían de un lado a otro sutilmente liberando sus hojas tostadas. En el punto más transitado de la ciudad se encontraba Tartaglia con una adorable cesta con adornos florales en mano. Sus hombres se habían retirado para dejarlo completar sus asuntos, pero no sin antes recibir la mayor reñida de sus vidas por parte de su superior; el cuál estaba más que disgustado porque sus hombres resultaron ser unos grandes incompetentes.

Minutos antes

-Creo que fui lo suficientemente claro cuando les ordené que las habitaciones a alquilar en la Posada Wangshu tenían que ser de extremo a extremo, una muy alejada de la otra ¿No fue así?-posicionó sus manos en su cintura-Deberían usar sus lenguas para limpiar los baños del banco, ustedes simples inútiles ¡Ni siquiera servirían para limpiar la mierda del baño!¡Hasta un Hilichurl lo haría mejor que ustedes!-caminó hacia ellos

-¡Sí señor, mostramos nuestras más sinceras disculpas, señor número Once!-tres fatui flaqueaban ante la imponencia y ojos muertos del Heraldo sobre ellos.

-¿Disculpas?-se agachó hacia uno de los soldados agarrándole la cabeza, suavemente se acercó hacia su oreja y susurró-Necesitarán más que unas malditas disculpas para perdonarles la vida, incompetentes.

El chico de cabellos maple se cruzó de brazos aún observandolos con sus ojos afilados como cuchillos. Se limitó manteniéndose en su lugar esperando una respuesta más clara por parte de sus subordinados.

Uno de ellos tuvo la valentía caminar un paso al frente y dar la cara explicando la situación.

Tartaglia podía ser muy insoportable cuando de órdenes se trataba.

-Señor-se arrodilló ante él-Hicimos todo en la posada como usted ordenó, pero para cuando fuimos a dejar las cosas de la Srt, nos topamos con la sorpresa de que nuestra orden había sido rebotada por el Sr. Ragnvindr.

-¿Qué?

Un escalofrío recorrió el cuerpo del fatui (el subordinado)

-Intentamos arreglar las reservaciones, pero la recepcionista se negó. Su esposo-que es el dueño de la posada- es muy amigo de el Sr.Ragnvindr.

Tartaglia se ambas manos a la cintura forzando una sonrisa.

-Vaya... Al parecer el Sr.Diluc se me había adelantado-su canturreante tono de voz era realmente opuesto a la expresión de su rostro.

Sombría, ojos de un azúl oscuro mate.

Los Fatui se quedaron estáticos tratando de no mirarlo a los ojos.

-Muy bien muchachos, pueden retirarse.

-¡Sí, señor número Once!-hicieron una reverencia y salieron en dos ruedas del lugar.

Tiempo actual

Había empacado lo necesario para esta cita, estaba realmente emocionado. En la mañana se la pasó investigando por su cuenta todo sobre ______.

¿Y quién más pudo haberle ayudado que sus dos mejores amigas?

Xiangling y Hu Tao fueron la fuente de información. Obviamente, ninguna de ellas aceptó al principio; pero Tartaglia no se iba con rodeos e iba a usar todos los recursos posibles para poder impresionar a _______.

Realmente se estaba esmerando en esta cita.

En cuanto a platillos, no pudo creer que ______ resultara ser tan quisquillosa con la comida. Tenía interés en aquellos platillos con sabores intensos que cada vez le dieran algo nuevo que esperar. Precisamente por lo mismo se hizo muy buena amiga, no por el hecho de llenarle la barriga, sino porque ______ con sus exigencias cuando alguna comida no le parecía, eso inspiraba mucho a Xiangling.

Roses| Diluc RagnvindrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora