𝔖𝔢𝔫𝔱𝔦𝔪𝔦𝔢𝔫𝔱𝔬𝔰

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Me desperté en un lugar extraño, otra vez. Mis manos estaban cubiertas por una extraña e intensa neblina, espesa, inquietante y provocaban una vibración de nervios en mi cabeza. Mi boca también estaba siendo tapada por esta especie de "nube".

Estaba en el viñedo, pero por alguna razón algo no me estaba dando buena espina, algo no andaba bien. En medio de la sala sintiéndome más perdida que un aventurero sin mapa, sin noción del tiempo ni sentido de dónde estaba me vi a mi misma saliendo del despacho de Diluc como un reflejo, un celaje saliendo disparado de allí, mi otra yo me atravesó como si yo fuera un fantasma, toqué mi tronco sintiéndome extraña por esa sensación.

Pero, ¿Por qué estaba tan molesta?

Otra vez todo se reinició como un bucle, todo a mi alrededor empezó a moverse como en reversa, y esto me incluía a mi. Esta vez me dirigí al despacho para ver qué era lo que estaba pasando.

Diluc se encontraba de espaldas con los brazos cruzados, la gran ventana estaba con las cortinas tapando la mitad de su claridad, la habitación estaba oscura y solo se hacían notar los colores carmesies intensos de la colección de libros de Diluc, había una copa de vino servida a su lado, de pronto el pelirrojo la agarra y toma un profundo trago.

-¿Pasa algo, cariño?-mi yo habló algo preocupada ante la expresión de Diluc.

-Sientate-no se volteó a ella, se mantuvo completamente exceptico.

Diluc reposó la copa sobre el escritorio aún con la mirada afincada como un halcón ena ventana.

-Quiero que vayas desalojando esta casa lo más pronto posible, tienes dos horas para largarte de este lugar.

Pude sentir la angustia de mi otra yo, de pronto me miré las manos las cuales se estaban desboronando como un puñado de arena negra, por error toqué mi pecho y el mismo efecto me estaba carcomiendo el torso, había un gran agujero en medio de mi pecho, me estaba cayendo a pedazos, literal. Varias partes de mi torso comenzaron a desboronarse. El ambiente cambió a blanco y negro con un gran reflector sobre Diluc y mi persona.

-¿Qué?-repitió mi otra yo con sus ojos completamente abiertos, no podía creer lo que le estaba diciendo el pelirrojo, y para ser sincera, yo tampoco-No comprendo-sonrió nerviosamente-¿Te refieres a que traiga las cosas de mi casa en Mondstadt acá o....? Porque si te refieres a eso creo que usaste una mala conjugación de...-se rascó la mejilla como tick nervioso.

Volteó la silla del escritorio hacia mi otra yo.

-Sabes lo mucho que odio decir las cosas más de una vez-su voz arisca resonó por toda la habitación , juntó sus palmas y clavó sus ojos a mi persona-No te quiero más en esta casa.

Esas palabras sonaron irreales en mi cabeza, incluso si solo se trataba de un sueño, la sensación era más que real. Pude sentir lo que ella estaba viviendo, el rostro de Diluc había oscurecido y solo se mostraban unos fríos y filosos ojos rojos, no como los rubíes, sino semejantes a los de una bestia.

Los ojos de mi otra yo se cristalizaron y se aguitaron como los de una ventana en un día lluvioso.

-Diluc, n-no puedes e-estar hablando e-en serio ¿V-Verdad?

La expresión del contrario se mantuvo fría. La contraria cerró su puño con frustración y le dio un golpe fuerte al escritorio de Diluc.

-Eso era lo que querías ¿Verdad? ¡¿Verdad, Diluc?!-su voz se desgarró en un mar de lágrimas, su cuello enrojeció al igual que la punta de su nariz.

-¿Y qué si en realidad quería eso?

Unas campanas empezaron a sonar en mi cabeza, no provenían de mi cabeza sino del despacho en general, unas campanas destrozaron el techo y la mansión comenzó a temblar, todo oscureció a tal punto de que solo podía ver mis manos.

Roses| Diluc RagnvindrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora