Cuando el manto de la noche cubría aquella manada de ovejas en el cielo, el fénix rojo se apropiaba de las penumbras, de la pestilenta oscuridad y con su luz, la oscuridad sucumbía ante tal poder.
Las mangas de cuero apretaban con fuerza la "Lápida de Lobo" que brillaba con la misma intensidad que los ojos carmesíes del mismísimo diablo. Suspiraba con la respiración controlándola a tope, comprimiendo su diafragma y hacer sus suspiros casi inaudibles.
La dichosa fiesta no era más que una cortina de humo, aquellos rufiares querían tapar el sol con un dedo, reírse en la cara de personas crédulas e inocentes de Liyue. Los comerciantes habiendo firmado aquel dichoso contrato que los mantenía como socios del banco del norte, le estaban dando acceso a la mercancía que personas honestas ofrecían.
Tropas y decenas de Fatuis vigilaban y patrullaban la segunda salida del banco, la cual era apenas un túnel en construcción que desembocaba en un lugar ajeno a la capital de la nación.
Diluc se camuflaba con la oscuridad, varios de los Fatuis estaban relajados por el tema de la fiesta, pero ellos conformaban la minoría. En la puerta del almacén recidían dos Fatuis, los cuales no eran lo suficientemente confiables como para realizar su trabajo, estaban entre risa y risa con un vaso de ponche en las manos.
-Dios, este jugo fermentado es realmente buehno-la lengua se le iba de medio lado al hablar, sus ojos estaban pequeños y achinados acompañados de un par de mejillas sonrojadas.
El contrario le dio un empujón amistoso y se rió de tal forma que al final de dicho bullicio dejó escapar varios hipos.
-¿Y si vamoz a llenar ñoquitín pohkitin estou?-meneó el vaso con hielo.
-Tenemoz queh quedarnosh a vigilar akis.
El primero le puso un dedo en los labios.
-Sheshsshshsh amiguitoh, nadie se dará kuenta, ademaj, hay mucho de nosotros por aquí, dudoh muchou que alguien entreh.
-Hmm.-se tomó su tiempo para pensar-Vamosh, igual es un ratitingo jejeje.
Diluc el cual estaba detrás de unas grandes cajas de madera, no pudo evitar escuchar aquella conversación, después de todo era vital para dar su próximo movimiento.
Tras haber dado los primeros pasos para interceder en el depósito de los Fatui, sacó de su bolsillo su máscara y no dudó en ponérsela.
Un montón de cajas y depósitos llenaban la amplia habitación, se escondió con cautela detrás de unas cajas. Muchos soldados fatui traían de dos a cuatro cajas, había otro que gritaba a los otros de que tuviera cuidado con el cargamento que era algo realmente frágil.
-¡OYE, tú! ¡Ten cuidado de cómo agarras esa caja, eh! No querrás que los superiores nos manden a cortar la cabeza-habló un recaudador Fatui, el cual era el encargado de supervisar.
Diluc seguía en su escondite, calmaba su respiración y agudizaba el oído, palpó con una de sus manos las cajas qué estaban a su espalda con la esperanza de encontrar algún agujero para ver qué había en su interior, pero nada.
Asomó su cabeza por uno de los costados de la caja. Todo era parloteos y habladurías hasta que se escucharon unos pasos que resonaron por el lugar.
-Mi señor, ya la mercancía ha sido modificada con éxito-habló el recaudador sin flaquear y dando un paso al frente, los demás hicieron reverencia siguiendo el ejemplo de su supervisor.
Mientras tanto, el pelinaranja los miraba con desprecio y rabia, pero se tenía que controlar porque no podía armar un escándalo específicamente esa noche.
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Roses| Diluc Ragnvindr
Hayran KurguElla era una simple chica enamorada el magnate más codiciado de la ciudad. Esa encantadora mirada y esos ojos carmesíes profundos cautivaron y atraparon su corazón desde la primera vez. ¿Le habrá pasado lo mismo a él? El señor Diluc es conocido por...