𝔓𝔯𝔦𝔪𝔢𝔯 𝔭𝔞𝔰𝔬

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Locación: Viñedo el amanecer-Mondstadt

El hombre de cabellos rojo cual rosa estaba en su despacho concentrado en el trabajo, o mejor dicho, estaba sumergiendose de cabeza en la ruma de papeles y documentos para evadir su realidad.

Tenía a Jean aún en aquella habitación, no había despertado del desmayo de hace un rato. Diluc gruñó dejando el papel que estaba sellando a un lado. Se levantó hacia la puerta, a un lado de esta tomó su mandoble y salió de la habitación.

En ese momento Elzer estaba caminando por el pasillo y se encontró con el pelirrojo.

Cruzaron miradas, pero Elzer ya sabía a dónde se dirigía el señor Diluc. Su mayordomo se cruzó de brazos al ver como el señor continuó sin ningún pujo hacia las escaleras.

-¿Irá a darle la cara a la señorita _______?

Diluc se detuvo quedando con un pie en el segundo escalón, miró de reojo a Elzer sin muchas ganas de responderle, pero aún así dio una vaga explicación.

-Voy a la taberna.

-¿Con su mandoble? -arqueó su ceja izquierda dedicándole cierta mirada, ¿de cuando acá era necesario meterse el mandoble por debajo de la chaqueta? Ese comportamiento le sacó una sonrisa de medio lado y recordó fugazmente los tiempos de travesuras infantiles del joven amo.

Diluc quería evadir los problemas por primera vez en toda su vida, sentía la necesidad de huir y no mostrarle la cara a nadie otra vez. Se sentía ahogado en sentimientos y preguntas que aún no estaba listo para contestar, primeramente, jamás en su vida había tomado una decisión en su momento más vulnerable, y la primera vez que lo hizo, bastó para que la culpa lo carcomiera incluso en sus más dulces sueños. Sus ojos se afincaron en el segundo escalón y su mano apretó con fuerza el barandal de madera.

Elzer mostró una pequeña mueca de medio lado y al mismo momento se acercaba al Señor.

-Me haré cargo de todo mientras está fuera-el tono pacifico de su voz desconcertó al pelirrojo, aquel magnate quizás pensó que se le vendría una buena reprimienda por parte de Elzer. Aquel desacuerdo se expresó en su rostro, el mayordomo bajaba las escaleras despacio con las dos manos enlazadas detrás de su espalda, Elzer se volteó hacia él y le sonrió-Después de todo, usted ya es hombre Sr. Diluc, decidirá en base a lo que es mejor para usted.

Y después de mencionar aquellas palabras, el tiempo pareció avanzar con rapidez, puesto a que en un abrir y cerrar de ojos Elzer se había ido. Pero la realidad era que Diluc se había quedado tanto tiempo pasmado en la escalera tras las palabras del mayor que entre todo ese tiempo se había convertido en una silenciosa estatua.

Esa tarde se paseó por los pasillos de la mansión, admiraba los retratos familiares con nostalgia. En uno de ellos sale su padre y él en los brazos de su difunta madre. Suspiró pesadamente y siguió caminando.

"¿Irá a darle la cara a la señorita, _____?"

Aquella frase hizo ruido en su cabeza, ¿no estaba siendo lo suficientemente cobarde? ¿Qué le pasaba? ¿Por qué amar para él ahora era tan difícil?

Extrañaba la compañía y el ruido en la casa, el olor a incienso en la biblioteca y, a un lado de la chimenea, estaba ella de piernas cruzadas asimismada leyendo uno de los libros de su colección. Al pasar a un lado de esa habitación, era como ver los fantasmas de ella.

Él era un hombre frío y calculador que era incapaz de poder amarla con reciprocidad.

No siempre fue así, él solía ser una persona cariñosa y carismática.

Roses| Diluc RagnvindrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora