????

189 17 2
                                    

En la cima de aquel prado contemplando la luna azúl en su máximo esplendor, me traían recuerdos que jamás recuperaría.

Bajé mi mirada vacía y nostálgica hacia el precipicio.

No fue hasta hace 503 años que llegué a este lugar...

Tenía 14 años.

Donde yo vivía las casas eran muy diferentes, los medios de transporte también.

Fue una noche lluviosa y estruendosa. Todavía recordarlo me causaba escalofríos.

Tenía una cama cómoda con unos peluches de gatitos rosas y conejos sobre mi cama, justo arriba estaban pequeños focos de luz con formas de fresa.

Escuchaba los gritos de mis padres, peleaban otra vez y todo fue por mi culpa. Apenas empezaba la adolescencia y mi desempeño académico no fue el mejor. Yo siempre fui una niña que fue tranquila y risueña, siempre estaba en mi mundo inventando cosas nuevas.

Pero recientemente yo solo quería desaparecer...

Me acosté en mi cama con ganas de irme de casa, las pisadas de mis padres eran como elefantes y aún así en el fondo de eso se escuchaba como uno de ellos rompía los adornos de la sala.

Me tapé la cara con la almohada y caí en llanto.

No me gustaba esa vida. Quería ser libre, salir de esa casa, lo pedí de rodillas junto a mi ventana.

Y mi súplica fue escuchada.

Al poco tiempo, una chispa color azúl entró a mi habitación en una ráfaga de viento que se extendió por todo el lugar, brillaba como si se tratara de una manada de Luciérnagas.

Quería que las siguiera.

Miré hacia la puerta, aún escuchando los gritos y las peleas, no pude evitar llorar. Seguí aquellas luciérnagas.

Abrí la ventana y me escapé hacia el jardín. El patio de mi antiguo hogar delimitaba con un bosque, era media noche, sí, bastante tarde.

Recordé que en ese momento solo sentía impulsividad por seguir esas luces, si no hubiera sido por eso... aún estuviera con mis padres.

Sí, todavía sigo pensando y fantaseando en lo que pudo ser.

Eso es mi precio a pagar por tomar decisiones importantes con la madurez de una niña de 5 años.

Me adentré a ese bosque como caballo desbocado sin rienda, no sé por cuánto tiempo corrí, pero sentí miedo. Miedo por perder de vista a esas luces.

Mis piernas no dolían, el bosque se me hizo muy extenso y fue extraño porque a cierto punto sentí que algo me atravesó el cuerpo.

Las lindas luces se extendieron alrededor de una puerta de...¿Mármol?

Una puerta blanca y angelical en medio del bosque. Podía escuchar el sonido de los ángeles cantando(o eso es lo que pensé en ese momento)

Miré a las luces, las cuáles me hacían señas para que me acercara a la puerta.

—No entiendo nada...¿Quiénes son ustedes?—me dirigí a las luces, estas siguieron jugueteando conmigo—¡No estoy jugando!—les grité, pero no funcionó, seguían tomándome el pelo.

—¿Saben qué? ¡Me iré!—hice un berrinche, lo cuál no fue muy coherente, resaltando que las luces lo único que hacían era tomarme del cabello.

El canto de la puerta me seguía atrayendo como un imán.

¿Vas a desperdiciar esta oportunidad única?

¿Qué era esa puerta y a dónde me podía llevar?

Me acerqué a la puerta marmoleada, al tocarla se abrió de par en par con un brillo blanco cegador.

Roses| Diluc RagnvindrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora