𝓙𝓮 𝓷𝓮 𝓿𝓲𝓿𝓻𝓪𝓲𝓼 𝓺𝓾𝓮 𝓹𝓸𝓾𝓻 𝓽𝓸𝓲
1832 Paris Francia
Sus ideales parecían bastante claros.
No había manera de que se desviara del objetivo: La revolución y la igualdad de derechos para cada habitante de Francia.
¿O sí?
Ha caído la noche y los callejones empiezan a verse vacíos, algunas velas y lámparas de las casas y tiendas alumbran un poco el camino. No es seguro recorrer la ciudad sin la luz del sol, la delincuencia aumentó significativamente desde que la gente está muriendo de hambre por no poder costear sus alimentos.
Enjorlas ha salido de la taberna hacia el muelle, debe encontrarse con un informante anónimo a las 9:00pm. Nunca sabe sus nombres ni de dónde vienen. Es para mayor seguridad en caso de ser descubiertos, no puedes revelar información de alguien si en realidad no la sabes.
Recorre las calles principales tratando de no llamar la atención, hay algunas personas que lo reconocen por la Sorbona y si llegaran a descubrir las cosas que hace y ha estado planeando desde hace tiempo podrían incluso expulsarlo y es algo que no puede darse el lujo de perder. Para él convertirse en abogado es más que un simple título y un futuro asegurado, significa tener el poder y el conocimiento para defender a los más desamparados desde la raíz, la justicia imparcial que siempre acaba beneficiando a la clase alta.
Ha llegado al muelle, está totalmente desierto y solo se escucha una campana proveniente de un barco pesquero sonar a un ritmo constante por el movimiento de la marea. Toma asiento en una banca de madera húmeda frente al mar, observa los barcos y buques a lo lejos, el cielo está iluminado por la luna y un silencio sepulcral rodea el ambiente. Enjorlas es un hombre valiente, pero valentía no es ausencia de miedo y el lugar no es muy confiable ciertamente, eso lo hace estar a la defensiva ante cuál movimiento o sonido. Tras unos minutos de espera puede ver a lo lejos una sombra de un hombre que camina en su dirección, es un hombre escuálido, bastante alto y camina con paso firme.
Al llegar a su lugar le extiende un papel doblado a la mitad —Todo lo que necesitas está aquí, deberás ir y mostrar la invitación para que te dejen entrar. Toda información que conozcas debes difundirla a todos los líderes, no olvides tu propósito y no caigas ante ninguna tentación— no le da oportunidad de responder y se marcha del lado contrario al que apareció. Curioso desenvuelve el papel que contiene la dirección del evento y el horario. Dentro viene también una invitación pequeña adornada en detalles dorados con flores verdes y rosas
Este era su pase de entrada a la hacienda Montparnasse, una construcción enorme a la salida de la ciudad, la familia era conocida por su gran fortuna, los negocios del padre, las fiestas más elegantes organizadas por la madre y la belleza de las tres hijas del matrimonio. No hay un solo hombre en la ciudad que no haya intentado acercarse a cortejar a cada una de las jóvenes, lograr un matrimonio con cualquiera de ellas es asegurar una vida llena de lujos, viajes y amigos importantes de la talla del rey mismo.
Esa familia era la representación exacta de todo lo que Enjorlas detesta, superficialidad burda. El solo echo de pensar en estar rodeado de toda esa gente repugnante le causa náuseas pero sabe que la misión es una de las más importantes que han dejado en sus manos. No puede fallarle a sus compañeros, así que irá con su mejor traje y máscara, será fácil esconder su cara de desagrado bajo el antifaz.
Por lo general sus padres no se meten en la vida de Enjolras, saben que es un hombre adulto y puede cuidarse solo. Ocasionalmente es su madre Clémence quién insiste en saber que pasa con su hijo y porque la mayoría del tiempo está fuera de casa. Nunca pierde la oportunidad de recordarle que el tiempo está pasando y debe buscar una buena mujer para casarse, Enjolras no ha sido capaz de confesarle que no se casará nunca, no podría con la decepción de su madre que sueña con ser abuela. Tampoco le ha contado que está con los detractores de la corona, sus padres tampoco son muy afines a ellos pero creen que lo mejor es tener una vida tranquila sin meterse en problemas con nadie, mucho menos de este tipo.
—¿Dónde has estado hijo mío?— pregunta la madre preocupada desde la cocina —Solo me demore un poco más con mis compañeros es todo— se acerca a saludar con un beso y toma asiento en el comedor —La cena está lista, papá no llegara hoy a tiempo, tiene una junta importante en la cervecera y cenará con sus jefes— la señora Agnes ha servido un plato de sopa caliente para ambos que ayudará a aminorar el frío que sigue haciendo en esta temporada. Enjorlas procede a ingerir su comida sin decir ni una sola palabra, su madre solo lo observa tratando de adivinar que es lo que está pasando por su mente. —Mamá— dice de pronto poniendo pausa a su comida —¿Crees poder ayudarme a conseguir un antifaz de fiesta?— su mirada está clavada en el plato de sopa que empieza a enfriarse y aglutinarse —¿Antifaz?— pregunta confundida —¿De esos elegantes que se utilizan para las fiestas de mascaras? —Si, necesito uno que me quede bien— está evitando verla a los ojos, como si eso ayudara para que no pregunte las razones de su cuestionamiento. Unos minutos después exclama —¿Fuiste invitado al baile de los Montparnasse?— está emocionada por la idea. No hacía falta ser adivina para darse cuenta, era el único baile que había por estas fechas y todos en la ciudad sabían que era una tradición hacerlo de mascaras, eso significaba anonimato para disfrutar del espectáculo y no generar chismerío entre la gente. No por lo menos a inicios de año, para eso había una basta cantidad de bailes en el resto de la temporada. —Algo así— responde despreocupado concentrado en terminar la sopa ya fría en este momento. —¿Pero como lo dices así? Es todo un honor ser invitado a un evento de esa familia, toda la alta sociedad se reúne en ese lugar y es el momento perfecto para conocer personas importantes para tu futuro— hace una pausa —y probablemente una bella esposa. —Madre— pone los ojos en blanco cansado de volver a escuchar ese tema de nuevo —No voy a buscar una esposa, voy a intentar conocer gente importante y por favor— recalca sus palabras —no le digas a nadie que fuí invitado, no quiero que empiecen a hablar de mi por las calles— es importante guardar el secreto ya que en realidad no está invitado, si alguien se diera cuenta todo quedaría arruinado. —Guardare tu secreto— tapa su boca y se levanta para limpiar la mesa —Iré a la tienda de madame Suzette mañana para comprar lo necesario, yo misma haré el antifaz y buscaré el traje más elegante— está emocionada planeando todo lo que tiene en mente —Te verás como todo un caballero y todas las jovencitas querrán bailar contigo— Enjorlas solo ignora a su madre, no quiere darle más cuerda y aumentar la emoción por el evento. Simplemente se da la vuelta y sube los escalones de mármol hacia su habitación.
Aún no se acostumbra del todo a tener una habitación para el solo que incluso es más grande que el pequeño cuarto donde vivió la primera parte de su vida, no tenía ni siquiera una cama para él, dormía con su madre en un catre mientras su padre tenía que dormir en el piso. Ahora tiene una cama grande y suave, sábanas delicadas y almohadas de plumas, un escritorio de madera para hacer apuntes y sillas elegantes. Si bien le gustan las comodidades, no es algo que disfrute del todo, la casa se siente muy grande a veces, pues solo son 3 personas viviendo ahí, además de la servidumbre que los superan por 2 personas.
Antes de dormir se toma un tiempo para escribir en un pequeño cuaderno donde va plasmando todo lo que sucede en el camino a la insurrección —esto será parte de la historia— piensa para si mismo.
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