Hasta la muerte- Enjolras (Joseph Quinn)

IX

Bernardette camina hacia el comedor sin poner mucha atención a lo que sucede a su alrededor aún aturdida por los sentimientos que intenta descifrar.

-¿Qué te pasa? Estás muy distraída hoy- pregunta Elise tomando su brazo mientras caminan juntas detrás de todos -Nada, solo estoy cansada y no puedo creer que mamá me haya obligado a conocer al tal Mathieu- Es el mejor prospecto para esposo en toda la ciudad, de verdad Bernardette debes poner de tu parte, mamá solo está intentando dejarte en buenas manos ¿Haz pensado que va a pasar si te quedas sola cuando mis padres no estén más?- se persigna intentado callar los pensamientos inminentes de que algún día ambos envejecerán y estarán muertos- Yo puedo cuidarme sola, no necesito que él o cualquier otro hombre este a mi cargo- Solo conócelo, es muy amable y además atractivo. Puede que termines teniendo cariño por él como me sucedió a mi con Bastian- Tu tienes suerte, Bastian resultó ser un buen hombre, te trata como mereces y además tu naciste para ser la mujer perfecta de casa, yo no -está empezando a fantasear -Yo quiero conocer el mundo, aprender nuevas cosas, hacer lo que quiera sin pensar en lo que dirán las viejas chismosas de la comunidad, ser la dueña de mi vida y tomar mis propias decisiones.-

Bastante revolucionario de su parte, creer que en estos tiempos una mujer puede decidir por si misma que puede o no hacer, Bernardette siempre ha visto las cosas diferentes.
Nunca ha aceptado ni entendido porque no puede hacer lo mismo que los hombres, por qué debe comportarse de cierta manera y porque debe mantener un estatus social determinado; Sabe que no quiere morir de hambre ni vivir en la calle, y no quiere que nadie lo haga tampoco.
No le parece justo tener tantas comodidades cuando hay otras personas fuera de la mansión que viven en la miseria.

Ha escuchado hablar por las calles y en reuniones; De grupos de disidentes que están por todo Paris intentado levantarse contra el Rey, por supuesto en su entorno no hay más que críticas y desaprobación para esos jóvenes desconocidos ¿Cómo se atreven a estar en desacuerdo con el máximo líder del país? A ella no le parece mala idea, luchar por la igualdad para todos y defender la libertad.
En ocasiones ha fantaseado con huir de casa y unirse a los grupos de choque, poder luchar, decir lo que piensa y cambiar el mundo.
Sus pensamientos no duran mucho, no conoce nada sobre el pueblo, no tiene amigos más que a Sylvie y el único momento a solas que tiene es cuando escapa al bosque con su fiel amigo Trésor.
Quisiera ser una mujer valiente, conocedora y atrevida, pero muy en el fondo sabe que toda su vida a vivido bajo privilegios que no le han permitido ver la realidad de lo que viven los demás, está segura que si sale al mundo real acabaría destruida por su inocencia, es por eso que todo siempre queda en sueños imposibles.

-Pues Mathieu también es buena persona, es parte del ejército y estuvo todo el tiempo hablando de como le enorgullece cuidar de todos nosotros y defender al pueblo de los disidentes que solo quieren manchar el nombre del rey y afectar a todos- realmente el hombre se ha ganado a cada miembro de la familia de Bernardette y es seguro que no dejarán de presionarla para que acepte casarse con él.

Todos han entrado al comedor que está adornado pulcramente con flores color blanco, vajilla elegante y una variedad exagerada de platillos. Cada quien ha tomado su asiento habitual en la mesa, Ophelié ha situado a Mathieu al lado de Bernardette en un intento más de acercarla al joven.
Ella no se molesta ni en dirigirle la mirada, cuando quiere alejar a sus posibles prospectos le gusta ser particularmente grosera, es algo que no pueden soportar los delicados caballeros que están acostumbrados a tener la total atención y admiración femenina.

-Pato al horno, mi favorito- dice Mathieu intentando establecer una conversación con Bernardette, quién lo está ignorando completamente.
A pesar del rechazo el joven no se rinde, sus intenciones son sinceras y es demasiado paciente.
-¿Bernardette puede pasarme la sal por favor?- intenta de nuevo, pero ella solo se limita a acercar el recipiente sin siquiera mirarlo.