VI

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El jardín de la mansión es demasiado grande, Enjorlas ha explorado un poco tratando de encontrar a los ministros, va caminando por los pasillos de piedra que rodean la construcción, no hay mucha visibilidad solo se ilumina el ambiente con la luz de la luna y las luces provenientes del gran salón, todo se ve muy tenue y eso hace más difícil todavía la búsqueda.

Después de un tiempo en el que estuvo vagando de allá para acá, escucha unas voces cerca del laberinto de arbustos, va caminando con cautela para poder escuchar mejor —Tenemos infiltrados en los grupos de choque no hay de que preocuparnos— dice uno de los hombres —Tenemos que eliminar a toda esa gente traidora que no está con el rey— se escucha a otro hablar —Todo será poco a poco, no podemos levantar sospechas, el pueblo debe seguir igual de apacible, lo único que debemos hacer es decir otro par de mentiras para tenerlos contentos y piensen que estamos haciendo algo por ayudarlos— El grupo de hombres se ríe al unísono y la rabia de Enjorlas crece más y más, no puede creer que no tengan ni un poco de compasión por toda la gente que está pasando hambre y muriendo de frío.
Escuchar la palabras de esos ancianos lo hace reafirmar todavía más que debe hacer todo lo que esté en sus manos para devolver al pueblo su bienestar, sin importar lo que tenga que arriesgar, así sea su propia vida.
No habrá mayor honor que morir defendiendo a su patria y ser parte de la historia que se contará años después.

Sigue parado escondido entre algunos árboles de frutas para poder escuchar la conversación que ya ha cambiado por completo a las mujeres que asistieron hoy, todos son hombres casados, han venido cada uno con su esposa y aún así están mirando y hablando de la belleza de las otras, una prueba más de que todos solamente se casan por conveniencia para seguir manteniendo el estatus en la sociedad, ninguno siente cariño o afecto por la mujer que tiene a su lado, se añade otra razón más para odiarlos.
Enjorlas está convencido que el amor existe, lo ha visto a diario con sus padres y cree que las parejas deberían estar juntas por elección, por amor y para apoyarse en todo siempre juntos así como lo han echo Clémence y Léopold. Está tan seguro de su pensar que por eso se niega a casarse, sabe que no es capaz de brindar a una mujer todo lo que merece, no puede darle la atención y el amor necesario si está concentrado en la insurrección, se niega a atar a una persona a su lado solo para ser infeliz.

Los hombres continúan hablando de todas las chicas como si fueran un objeto en un aparador, Enjorlas comienza a desesperarse de la burda conversación y decide que tiene suficiente información por ahora, no puede estar un minuto más ahí.
Ha comenzado a hastiarse de todo el ambiente ostentoso que se vive por cada rincón, no puede seguir escuchando la superficialidad con la que hablan todas las personas que están reunidas esta noche, ver la cantidad de dinero desperdiciado en adornos, comida que nadie está consumiendo y bebidas extrañas.
Planea robar un poco de comida antes de irse, seguro nadie se dará cuenta y puede repartirla en camino a casa.

Da la vuelta para dirigirse de nuevo al gran salón cuando choca intempestivo por la espalda con la chica del vestido rojo.
—¿A caso está siguiéndome?— dice Bernardette al dar la vuelta y ver qué se trata de él.
Enjorlas rueda los ojos, no puede creer que tenga que hablar de nuevo con una Montparnasse —No es tan importante— responde cortante —Deje de creer que es el centro del universo señorita, hay cosas más importantes en la vida que usted, su familia y su bailes frívolos— se mueve a un costado y continúa su camino.
—¡Hey! Si le parece tan repugnante todo esto ¿Que hace aquí?— Bernardette camina detrás de él enojada, puede que no le agraden las ideas de su madre, los interminables bailes o incluso hablar con los hombres pero de ninguna manera permitiría que alguien se dirigiera de esa manera a ella o a su familia —Le recuerdo que usted vino a este "frívolo baile"— recalca las anteriores palabras de Enjolras —por elección, no debe ser tan diferente a todos los que están allá adentro— Enjorlas detiene su camino en seco ¡Claro que no es como ellos! ¡Nunca lo será! —No me conoce, deje de asegurar algo que no es verdad— está parado frente a ella, bastante cerca como para poder ver de nuevo los ojos grises, ambos están viéndose directamente a los ojos sin decir una palabra, otra vez aparece la sensación extraña ¿Por qué se pone nervioso cuando la ve directamente? Bernardette por su parte a acelerado su respiración, su corazón está latiendo más rápido y en su nerviosismo repentino aparta la mirada y sigue su camino.

Otra vez Enjorlas la ve marcharse quedandose solo, tiene un impulso por seguirla pero él mismo se detiene —¿Qué te pasa? Tienes cosas más importantes que hacer, lo que piense ella de ti es irrelevante, nunca la volverás a ver— regresa su camino hacia el gran salón, aún hay parejas bailando en la pista, hay muchas menos personas desde que salió hacia los jardines pero aún las suficientes para pasar desapercibido y poder meter algo de bocadillos a sus bolsillos.

Con el botin en su poder se marcha del lugar, es algo tarde y necesita descansar para asimilar la información de hoy y poder encontrarse con la ABC mañana, en el transcurso del camino pide a su cochero detener el carruaje en varios puntos para entregar algo de la comida a personas que estaban durmiendo en la calle, ver esas escenas lo hace sentir muy mal ¿Cómo puede él estar durmiendo en una cama caliente con sábanas suaves cuando hay tantas personas viviendo en la intemperie?

Creyó que al llegar a casa sus padres ya estarían durmiendo pero no fue así, Clémence lo esperaba en la sala frente a la chimenea para mitigar el frío ambiente —¿Mamá que haces aquí?— pregunta al cruzar por la puerta —Tenia que esperar que llegaras— se para del cómodo sillón y va a su encuentro —No podía perderme la historia del primer baile de mi hijo, ven cuéntamelo todo— lo toma del brazo y lo dirije al sillón frente a la chimenea —Nada extraordinario la verdad— le dice totalmente serio —No hacian otra cosa que presumir, beber y bailar, no es mi ambiente— ¿Y cumpliste la promesa, bailaste con la chica?— parece que es lo único que quiere saber su madre —Si...— toma un respiro al recordar a Bernardette y el momento en que vio sus ojos y sintió su mano suave por primera vez —bailé con una chica ¿Feliz?— Su madre da pequeñas palmadas con las manos —Sabía que el brillo en tus ojos era por algo— No seas exagerada mamá, solo fue un baile, no volvimos a hablar y no me interesa— se levanta del sillón para terminar la conversación —No puedes engañar a tu madre, te conozco bien y la cara que tienes solo significa una cosa...amor— Enjorlas ignora de nuevo lo que acaba de escuchar y sube a su habitación.

¿Cómo va a ser amor? Es una persona grosera, mezquina, no es para nada de su tipo y nunca podría enamorarse de alguien que goza de privilegios a costa de los más pobres.

Cierra los ojos para intentar dormir pero no puede hacer otra cosa más que ver los ojos grises en su mente, la escena se repite una y otra vez, repasa el aspecto de la chica, su cabello rizado y castaño, el antifaz negro con rubíes rojos, el vestido ostentoso, las mejillas rosadas y la suave sensación de su mano sobre la de él.

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Hasta la muerte- Enjolras (Joseph Quinn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora