Situado en: Capítulo 29 de Naturaleza Sangre
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Contexto:
Naturaleza Sangre es mi historia favorita de todo lo que he escrito en mi vida, y es de la que más orgullosa me siento.
Alguna vez la reescribí para un proyecto que terminó por fracasar, pero en la tarea de autoeditarme salió esta escena. Está situada al principio del capítulo 29, cuando Martín acaba de volver al estudio luego de su intento de suicidio. Todavía no han sembrado lechugas, así que él todavía está en la etapa más dura de la depresión.
Siempre he creído profundamente en las terapias asistidas por animales, así que por eso escribí esta escena, que refleja la primera vez que Martín sonríe de nuevo gracias a Mac.
Solo es una escena chiquita suelta de una "versión" posterior de Naturaleza Sangre que hoy recordé que ya tenía escrita, pero me parece linda, y pensé que les podría gustar leerla.
Un abrazo!
Martín escucha a Liv trabajando afuera de su habitación.
La puerta está entornada, porque obviamente no le permiten encerrarse y tener un poco de intimidad. Ni siquiera fueron muy sutiles al respecto.
El cerrojo simplemente desapareció un día.
Una parte de Martín piensa en hacer un berrinche al respecto, porque de verdad le encantaría estar solo, pero entiende por qué lo hicieron.
Él tampoco confía demasiado en sí mismo.
Sabe que Liv está ahí porque sigue escuchando el golpeteo que hace su pierna contra el piso. A simple vista parece no lucir muy diferente de lo normal, y eso es un poco extraño, porque Martín esperaría que las drogas alteren algo más la conducta, pero en general, es la Liv de siempre.
Excepto porque sus ojos siempre parecen estar llorosos, y no puede dejar de moverse. Ya sea el martilleo de su pierna cuando está sentada, o el hecho de que siempre necesita estar limpiando, moviendo, ordenando o haciendo algo.
Martín está dividido entre el deseo de ser dejado solo y un anhelo estúpido de que ella se acostara con él en silencio, lo que es una idiotez porque él se duerme todo el tiempo y ella no puede estar quieta.
Hay una semilla en el fondo de su cabeza que le dice que debajo de todo el estupor de las drogas y su amor por ella, hay una chispa de rencor.
Ojalá no hubieras recaído con mis pastillas, Liv. Ojalá no me sintiera tan culpable por eso.
Pero Martín trata de no pensar en eso, porque ella lo entiende como nadie, y sabe objetivamente que ella no fue quien le puso un bisturí en las manos para que se abriera las venas.
Estar despierto básicamente consiste en un choque de pensamientos contradictorios como estos, que es por lo que Martín prefiere dormir.
La sensación de no estar cómodo en su propia compañía y encontrarse a sí mismo asfixiante es muy difícil de tolerar.
Así que cierra los ojos y se acurruca en sus mantas justo en el momento en el que la puerta suena al ser abierta.
Se plantea hacerse el dormido, pero está tratando de no lastimar más a estas personas que pausaron toda su vida por él, así que abre los ojos a regañadientes.
Excepto que no hay nadie.
Mira por el borde de la cama, y ve que Mac viene rodando hacia él, con sus rueditas chillando cuando se mueve.
Una sonrisa se dibuja en sus labios.
Sonreír se siente tan extraño que Martín no puede evitar detenerse a sentirlo.
La curva que hacen sus labios cuando sonríe. La ligera arruga que se hace en sus mejillas. Unos hoyuelos que deben estar ahí aunque no los ve.
Es una sensación bonita.
Martín se levanta y le quita las rueditas a Mac.
Normalmente, el acto de levantarse le toma una cantidad de esfuerzo ridícula, pero en este momento se siente natural, porque quiere tocarla.
El pelo de Mac se siente áspero y grueso bajo sus manos, pero su piel es cálida debajo, y ella se siente viva y llena de energía cuando se acerca y le lame la cara.
Martín se ríe.
El sonido parece ronco, oxidado y raro, pero no se detiene a pensarlo, sino que trae a Mac a la cama con él y le hace cosquillas en la barriga.
Ella suelta un gruñido y jadea por más, con su lengua cayendo a un lado de su hocico en una sonrisa perruna.
Parece feliz.
Sobre todo, parece la misma Mac de siempre, sin juzgarlo para nada. Sin darle una mirada triste. Sin mirarlo con una cara llena de preguntas que él no sabe responder.
Por primera vez, Martín se siente un poco como sí mismo.
Juguetea con sus dedos sobre el hocico de Mac, y ella trata de morderlo.
Cuando ambos se cansan, Martín la trae a su regazo y la cubre con sus mantas.
Mac se acurruca contra el cuerpo de Martín, y su respiración parece acompasarse a la de él.
Mac suspira.
Martín hunde los dedos en su pelo y cierra los ojos.
Por ese instante, se siente en paz.
Y sobre todo, no está pensando en morir.
Eventualmente los pequeños momentos en los que no piensa en eso serán más.
Pero todavía no.
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° El amor después del amor °
Fanfiction¿Qué pasa cuando las historias se terminan?, ¿Qué pasa con las pequeñas incógnitas que nunca se resuelven con el pasar de una historia? ¿A dónde van los cabos sueltos? Parece que aquí.