Cabo suelto VIII: Aquello que me diste (Final)

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El final.

4 años después.

Melissa Paredes.

Todavía miro para atrás tratando de encontrar razones.

¿Por qué nos pasó esto?

¿Por qué él me hizo esto?

Curiosamente, lo único que se me ocurre es que fue mi culpa.

Ahora mismo está sentado frente a mí y las lágrimas le corren por la cara de una manera en la que nunca lo he visto, a pesar de que ya no está diciendo nada.

Sigo esperando que me pida que lo perdone, pero no lo hace.

¿Esto es mi culpa?

¿Yo provoqué esto?

- ¿Estás enamorado de ella? – Me atrevo a preguntar

Su cara se arruga en una mueca profundamente dolorosa mientras niega con la cabeza.

Tiene el pelo largo y ese look me gusta mucho.

Tengo un pensamiento aleatorio de pasarle los dedos por el pelo, por si es la última vez que lo voy a hacer.

- No. Estoy enamorado de ti – Responde rotundamente

- ¿Y por eso te acostaste con ella? – Devuelvo, subiendo una ceja

Está sentado en el sofá de mi casa con una taza de café que no ha tocado entre las manos.

Baja la mirada y las lágrimas le caen en el dorso de la mano.

Me quedo mirando esa gotita translúcida sobre su piel, mientras me pregunto cómo me siento.

¿Por qué no estoy llorando?

Mi cuerpo se siente vacío, como si mi piel solo fuera una cáscara.

No puedo parar de mirarlo, a pesar de que me rompe el corazón verlo llorar de esa manera, pero no puedo parar.

Y no porque su dolor me satisfaga de algún modo, porque incluso ahora, no quiero verlo sufrir. No me sirve nada que esté en pedazos.

No puedo dejar de mirarlo porque su presencia todavía lo llena todo. Todavía es el amor de mi vida. Esas manos grandes son las únicas que alguna vez me han acariciado. Esos ojos que hoy están llenos de lágrimas son los que miré a través de una pantalla cada noche, mientras me cantaba para que me durmiera, y su voz siempre se va a quedar entrelazada con mis sueños.

Todavía es él.

No existe el concepto de amor para mí desligado de su forma.

Así que no tiene sentido que siga siendo él, y al mismo tiempo me esté lastimando de esta manera.

- Respóndeme – Le exijo

Niega con la cabeza de nuevo mientras se limpia las lágrimas inútilmente.

- No me hagas decirte esto

- Es lo mínimo que me debes, Juan Pablo

- ¿Quieres una explicación? – Es lo que me pide con la voz rota por el llanto – No tengo una explicación, Mel. Estaba borracho e hice algo estúpido. Nunca pasó otra vez antes de eso, y vine acá a decírtelo justo después

- No tan justo, ya que ella encontró importante decírmelo primero – Señalo mientras me pongo de pie.

Le doy la espalda y camino hacia la ventana.

Me doy cuenta de que mis manos están temblando.

Tengo tantos sentimientos encontrados estallándome en el pecho que todo se siente muy físico. El que predomina es la tristeza, y es profunda y oscura y siento que nunca voy a recomponerme. Pero al mismo tiempo, una ira densa y espesa me mantiene de pie, exigiéndome que haga algo, aunque no sé muy bien qué.

° El amor después del amor °Donde viven las historias. Descúbrelo ahora