Cabo suelto X: La odio (Parte IV)

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La adrenalina baja, y me arrolla un cansancio antinatural.

No me importa la comida, a pesar de que estoy muerta de hambre.

Solo quiero dormir.

Pero el mundo se tambalea cada vez que me levanto, y necesito ir al baño bastante urgente.

Simón me trajo hasta mi cama y me recostó en ella gentilmente, pero quiero ducharme y cambiarme de ropa, y me enoja mucho no poder hacerlo sola.

Creo que piensa que estoy dormida, porque agarró un libro de mi biblioteca y está sentado en mi sofá leyendo.

Mientras lucho contra mí misma, debatiéndome entre pedirle ayuda o no, me quedo mirándolo.

Tiene una boca delineada bajo la línea oscura de su barba, y su cara es en parte aniñada y en parte muy masculina. Se sube las gafas por el puente de la nariz mientras lee, y me distraigo por sus dedos largos y esbeltos de músico, que hoy llevan las uñas pintadas de azul, y normalmente eso me parecería horrible, pero parece lucir bien en él.

Levanta la mirada de golpe, y se encuentra con mis ojos.

Me mira de regreso por un segundo, y algo se siente extrañamente hechizante por estar en el centro de su atención, a pesar de que nos hemos brindado atenciones mucho más profundas en el pasado.

- No ha llegado la comida – Se excusa, aunque tampoco ha pasado tanto tiempo desde que hizo el pedido

- Está bien

- ¿Qué pasa, Copito?

Me muerdo el labio inferior, porque el apodo de repente me suena un poco divertido.

- Está muy pálida. ¿Quiere que le haga un té mientras la comida llega?

- Deja de ser amable. Es muy raro

- No soy amable, es....

- Humanidad básica, si ya sé – Lo interrumpo – Lo harías por cualquier mujer en la calle – Lo parafraseo

- Exacto – Asiente orgullosamente

- Pues mira, esto le va a encantar a tu humanidad – Observo - ¿Me podrías ayudar a llegar al baño?

- Le puedo dar un baño de esponja, Copito – Dice alegremente

Ruedo los ojos, pero me descubro extendiendo los brazos en su dirección.

Es un gesto un poco castrante de niña pequeña, así que parece algo raro que se sienta tan natural.

Se acerca hasta que mis brazos están alrededor de su cuello y me ayuda a levantarme.

El mundo da una vuelta extraña, y cierro los ojos para estabilizarme.

- ¿Mareada? – Adivina él

- Mucho – Me quejo

- Venga, no hace falta que camine – Dice, y me levanta en sus brazos

Es un tipo bastante creativo en la cama, así que la exhibición de fuerza por su parte no es tan nueva, pero es raro notar que puede ser tan delicado y dulce.

Me levanta con suavidad, y camina conmigo entre sus brazos hacia el baño.

Estoy muy mareada, así que apoyo la cabeza en su hombro para recomponerme, y él me lo permite.

- Dígame que necesita, Copito

- Solo quiero orinar y ducharme

Asiente, y me ayuda a sentarme en el inodoro.

° El amor después del amor °Donde viven las historias. Descúbrelo ahora