Cabo suelto XII: Start me up (Final)

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Juan Pablo Villamil.

Conozco a Isaza lo suficiente, así que cuando habló de "darle una lección" a Coronita, en cierta forma me imaginé algo como esto.

Sobre todo porque se dio cuenta de que no podía despegar mis ojos de ella desde el instante en el que la vi, todavía sin saber que esa delicia en el vestido negro corto era la infame Coronita, así que supongo que también me quiere dar una lección a mí.

Sé que le encantan estos juegos, y aunque lo he intentado, es demasiado irresistible para no jugar con él.

Aún así, el hecho de que no esté sorprendido no resta el impacto de la imagen que me encuentro cuando abro la puerta.

Ella lleva un lado del vestido caído sobre su pecho, dejando al aire un seno pequeño, redondo y perfecto, coronado por un piercing plateado que hace que mi pene tiemble con interés.

Sus ojos están muy abiertos detrás de los cristales de sus lentes metálicos, lo que no deja de ser un poco curioso porque su vestido está levantado hasta sus caderas y veo la redondez de su culo y un muslo cremoso, aunque la vista bonita es interrumpida por la línea del brazo de Isaza, cuyos dedos se encuentran entre los muslos de ella, haciendo un sonido húmedo delicioso cada vez que se mueven.

Las bragas de Coronita están a la altura de sus tobillos, tensas hasta su máximo límite pues ella mantiene las piernas bien separadas y se levanta en puntitas de pies en sus zapatos de tacón para aferrarse a los hombros de Isa.

Sus ojos se encuentran con los míos, y da un respingo por la sorpresa.

Me quedo mirándola fijamente, porque la verdad es que todo acerca de ella es un espectáculo para ser admirado, y me molesta un poco que sea tan bella y deseable cuando todo lo que quería era poder odiarla en paz.

Mi pene salta a la vida cuando, en lugar de intentar cubrirse o algún gesto tímido, ella me devuelve la mirada fijamente, como si estuviera bien con el hecho de ser vista por mí mientras los dedos de Isa la follan.

Él gira la muñeca ligeramente, y solo me imagino la punta de esos dedos largos y toscos de guitarrista encontrando el punto G de Coronita.

La cabeza de ella cae contra el hombro de él mientras se le escapa un gemido ronco y profundo.

Él dibuja esa sonrisa perversa que me ha hecho tomar un buen número de decisiones cuestionables antes de retirar sus dedos de la vagina de ella y llevárselos a la boca.

Lame uno y luego el otro mientras me mira con una expresión pícara.

- Me tomé la libertad de invitar a un amigo. Espero que no le moleste

Esos ojos cafés enormes de ella me miran.

Están encapotados por el deseo por las atenciones de Isaza, pero me doy cuenta de que hay algo denso que corre entre los dos desde que cruzamos miradas abajo en el bar.

- No me molesta para nada – Responde ella, y sus ojos van de Isa hacia mí con interés.

Tiene una voz ronca y sensual que me sacude por completo, y me recuerdo que tengo que hacerme un poco el duro para dejar de manifiesto mi punto.

- Ya que llega tarde, lo pongo al día – Me dice Isaza casualmente mientras sube una mano de manera posesiva y la enreda en el pelo rojo de Coronita – Le estaba diciendo a nuestra nueva amiga que, ya que le gusta tanto escribir sobre nosotros, lo menos que podíamos hacer es inspirarla

Subo una ceja mientras apoyo un hombro en la pared junto a la puerta y cruzo las piernas a la altura de mis tobillos.

- ¿Por qué querría inspirarla? – Pregunto fríamente, aunque frialdad es lo último que siento

° El amor después del amor °Donde viven las historias. Descúbrelo ahora