Cabo sueltoX: La odio (Final)

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Verónica Snow

4 meses después.

El concepto de bienestar humano es tan relativo que a veces es ridículo.

Que mi aborto y mi meteórico momento de romance con Simón hayan ocurrido justo al mismo tiempo ha puesto todo en una perspectiva rara.

Se siente como si no hubiera tenido tiempo de deprimirme por la pérdida de mi maternidad, porque cada vez más la idea de la adopción viene con más fuerza a mi mente.

El componente social de ser madre de esa manera me parece hermoso. Se siente como salvar una vida en lugar de solo engendrar una, y sucede que tengo los recursos financieros y la motivación para hacerlo.

Él me dijo que había más de una forma de ser madre, y supongo que tiene razón.

Y solo así, me encuentro pensando en él.

Cada noche llego a mi casa y cierro la puerta detrás de mí, y por un momento me quedo mirando la puerta cerrada y nos imagino ahí, cuando me acorraló contra la madera para darme un beso que habría aceptado de cualquier manera.

Pienso en él todo el tiempo.

Y me sigo diciendo que tomé la decisión más inteligente, porque tendré muchos defectos de carácter, pero la falta de inteligencia no es uno de ellos.

Elegí la opción más sensata a largo plazo, porque soy lo suficientemente mayor como para entender que el amor y la química no lo son todo en una relación, y a veces dos personas pueden ser correctas uno para el otro pero sus mundos son incompatibles y no hay nada más que hacer.

Yo no debería renunciar a nada por él, y definitivamente él no debería hacerlo por mí.

Y a veces la vida es lo que es, aunque apeste.

....Pero nada de eso hace que deje de pensar en él.

Especialmente, no el día en el que por fin volveremos a vernos frente a frente.

Hoy le entrego a su banda el balance general del semestre, y aunque los informes han sido redactados con el máximo cuidado, poniendo todo mi empeño para que cada detalle les quede claro, a una parte de mí la traen sin cuidado las tablas de Excel y los números.

Hoy lo veo de nuevo.

Me doy cuenta de que todo este tiempo he agendado la cita de los chicos justo luego de mi hora de almuerzo.

Siempre estoy en el restaurante cruzando la calle de mi oficina cuando su furgoneta llega, y siempre los miro bajarse mientras entran.

Todo este tiempo he necesitado verlo antes de que me vea, para prepararme un poco para el impacto de su presencia.

¿Por qué nunca le di el suficiente peso a ese hecho?

Pero ya no importa mucho, porque ahora mismo la furgoneta se detiene junto a la acera.

Me inclino hacia el vidrio del restaurante al otro lado de la calle, como si ese gesto simple me pudiera acercar a él.

Como siempre, se baja Isaza primero. Lo sigue Villa, que se asoma al interior de la furgoneta, y sonrío para mis adentros porque me imagino que van a empezar a forcejear para sacarlo.

Excepto que después baja Martín, que se está riendo de alguna cosa.

Cierra la puerta tras él, y los 3 caminan al interior del edificio.

Solo los 3.

Simón no vino.

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° El amor después del amor °Donde viven las historias. Descúbrelo ahora