¿Qué pasa cuando las historias se terminan?, ¿Qué pasa con las pequeñas incógnitas que nunca se resuelven con el pasar de una historia?
¿A dónde van los cabos sueltos?
Parece que aquí.
Este cabo suelto es una de las razones por las que existe El amor después del amor, y no me iba a perdonar si no lo escribía.
....Los famosos 93 días de Lola y Villa.
Al final de Simplemente pasan, Lola y Villa están juntos durante 93 días antes de separarse, y siempre me reclamaron que no sabemos lo que pasa esos 93 días.
No tengo interés en darle vueltas a la misma historia 93 veces, así que nunca me ha parecido importante aclararlo en detalle, pero me lo reclamaron tantas veces que creo que al menos les debía algo.
Todo esto nace luego de ver una entrevista casual en la que Fito Páez menciona a Fabiana Cantilo (para quienes no saben, es su ex a quien le escribió un montón de canciones hermosas, con quien terminó hace casi 30 años y aún son amigos, trabajan juntos, se adoran y siguen cantando JUNTOS esas canciones), y dije....wooow, que increíble haber adorado tanto a una persona como para escribirle cosas así, y aún seguir siendo capaz de amarse profundamente luego de terminar.
Y creo que eso hace bastante obvio de qué se trata esto.
El amor después del amor no pretende dejarnos patinando sobre historias que ya acabaron, porque como nos ha enseñado Rápido y Furioso o Élite, todo lo bueno se vuelve malo si se alarga más de lo necesario, así que no esperen que escriba cada detalle de cada historia por el resto de la eternidad.
Aún así, se que tenía esta deuda, y creo que la tengo que pagar.
Este va para esa Majo, Karla y Pao, que fueron las primeras personas que me leyeron hace más de dos años cuando salió esta historia, y no habría tenido los momentos felices que he tenido acá sin ustedes.
Gracias para siempre.
No me eche, Lola.
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Me van a matar.
Este es el día en el que muero, y parece muy pronto.
No quiero morir.
Soy muy joven todavía.
Veo que mi celular parpadea con mensajes entrantes, pero no me atrevo a leerlos, porque sé que son mi sentencia de muerte y no quiero.
No quiero morirme.
Abro y cierro carpetas del computador con desesperación, esperando que ocurra un milagro tecnológico que por supuesto no va a pasar, porque soy una persona que no entiende la nube y acabo de eliminar una carpeta comprimida llena de letras a medio terminar que ahora Isaza necesita porque acaba de tener un brote de inspiración, pero no puede acceder a ella porque como que la borré por accidente, y sucede que no fue a una papelera de reciclaje o a ningún lugar, sino que medio desapareció en el multiverso de Drive.
