23. ʜᴇʀɪᴅᴀs

585 44 6
                                    

- ¿Dónde andabas metida? - preguntaron a mis espaldas.

Di media vuelta para mirarlo, aunque sabía de antemano quién era, llevo escuchando su voz desde que nací.

- Fui al baño, ¿quieres saber específicamente qué hice? - sonreí con falsa inocencia. Él mostró una mueca de asco y niega.

- No podría importarme menos, pero... sucede que quiero presentarte a alguien. Pero prométeme comportarte lo más normal posible - por su petición supe que quería dejar una buena impresión en esa persona y eso significaba sólo una cosa: es alguien importante para él.

- Está bien.

Accedí. Caminamos hasta la entrada y me pidió esperar dentro, él salió y tardó unos cinco minutos en volver a entrar, no estaba sólo. El chico misterioso venía acompañado de mi hermano, se veía tímido y no muy seguro de cómo actuar.

- Bueno, hermana... te presento a Roma, mi novio.

Analicé a ambos de manera rápida, mi hermano se veía nervioso y su novio, bueno, estaba rojo por las palabras pronunciadas por Javier.

- Un gusto, Roma. Soy Ángeles, hermana menor de este sujeto - respondí pegándole en el hombro a mi hermano, que solo sonríe.

- El gusto es mío.

Sonríe, la belleza de Roma era innegable, sus rasgos finos y su cabello rubio le daban un aire de ángel y de persona que no rompe un plato. Hacía bastante contraste con mi hermano que tenía rasgos varoniles y esa mirada de cazador que volvía loco a muchas personas, su aura era la de un ángel caído. Sencillamente, se complementaban bastante bien y se veían genial, pero lo más importante era que se veían felices con la compañía del otro.

- ¿Se lo presentarás a mamá? - le pregunté en nuestro idioma.

- Créeme que quisiera pero sabes muy bien cómo reaccionaría y lo que menos quiero es que Roma la pase mal. Eres mi única aliada aquí - toma mi mano:- ¿Crees que debería presentárselo a Isabella?

- Sí, ella estará feliz de conocerlo. Por cierto... eres demasiado feo para estar con él - le molesté porque es parte de mi adn y de ser su hermana menor.

- Pienso lo mismo. - es lo que me dice para luego mirar a su novio que se ve confundido.

- Yo te ayudaré a alejar a Isabella de mamá, así podrás explicarle la situación.

Javier asiente y yo luego de dedicarle una sonrisa a su novio, me retiro a mi misión.

(...)

El evento estaba yendo bien dentro de todo, era aburrido para los jóvenes, pero los adultos parecían entretenidos en sus conversaciones.

- Quita esa cara, Ángeles.

- Estoy aburrida, madre. Llevamos ya una hora y media aquí, no hice nada más que comer y sonreír a todos los que me presentas, sin mencionar que no me has dejado ni ir al baño.

- La última vez te tardaste mucho.

- ¡Había fila! Y necesito liberarme, ¿comprendes? bebí más de cinco vasos de champaña.

- ¿En qué momento tomaste?

- Mamá, ese no es el punto, me voy.

- Quieta, no me hagas enojar, Ángeles. Ya te estoy dejando pasar muchas cosas - me detiene agarrando mi antebrazo y obligándome a sentarme.

Quise llorar solo porque estaba cansada de no poder hacer nada. Mi enojo solo incrementaba a medida que mi madre hablaba de que me comportara como una señorita y que si estaba aburrida buscara entablar charla con otra mujer.

Reina de Corazones ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora