Sabía que sería un golpe duro para Jade, pero también que era lo correcto. No podía vivir engañada al lado de un chico que podría hacerle tanto daño. Dejó de importarme el dinero que no recuperaría, y me concentré en lo más valioso, en la vida de una de las personas que más amaba.
No pensé en el camino a seguir, en las palabras adecuadas, con el corazón frenético entré a la casa con un confundido Nael que pareció dudar si debía entrar o quedarse en el umbral. Fue un acierto que decidiera seguirme los pasos porque mi avance solo podía anunciar una catástrofe. Era una bomba de tiempo.
—¡Jade, Jade! —la llamé elevando la voz, mirando de un lado a otro de la casa. Alcé la mirada a la escalera encontrándome con su figura que bajaba aprisa por el escándalo. Había confusión en sus ojos azules. Contemplarla bien me hizo respirar tranquila—. Estás aquí —celebré aliviada.
Jade abrió la boca, posiblemente para preguntarme qué mosca me había picado, pero no le di tiempo, apenas bajó en un impulso la envolví en mis brazos. Percibí como se desconcertó ante mi muestra de afecto, mas no me rechazó. Dejó que la abrazara porque sabía que lo necesitaba. Era una mezcla extraña, entre querer protegerla y también buscar un poco de consuelo porque en el fondo estaba asustada. Todo iría bien, pensé cerrando con fuerza los ojos.
—¿Qué sucedió, Dulce? —preguntó extrañada cuando se apartó de mí.
No supe por dónde empezar.
—Es sobre Silverio... —titubeé.
Sus ojos se llenaron de angustia.
—¿Él está bien? —me cuestionó preocupada.
—Sí... No... —balbuceé. Eso logró ponerla más ansiosa. Respiré hondo, ordenando mis ideas—. Él está bien —repetí para tranquilizarla. Ella soltó un suspiro de alivio, fue una pena que su calma durara apenas un pestañeo—. Necesito contarte algo muy, muy importante —anuncié armándome de valor—, por favor, no me interrumpas hasta que termine —pedí.
Después podría explicarle los detalles, cuando ambas estuviéramos juntas en esto.
Jade me estudió extrañada, pero asintió despacio. Le di una débil sonrisa en agradecimiento cuando ocupó un lugar en el sofá. Nael prefirió ser prudente, se quedó en el marco de la puerta para no intervenir y tuve la impresión que dudó si lo mejor sería marcharse, agradecí no lo hiciera.
—Esto no es sencillo —expuse para prepararla. Jade frunció las cejas ante mi misterio, pero tal como me prometió aguardó paciente. Rechacé la opción de ocupar un lugar a su costado, no podía quedarme quieta—. Ayer cuando regresé del trabajo encontré a Silverio afuera de casa, le conté sobre mis planes de acudir al concierto en unos meses y propuso pasarme los datos de un contacto que podría ayudarme a conseguir el boleto más fácil —le expliqué. Jade me escuchó atenta, realmente interesada en los hechos—. Me aseguro que ese chico era de confianza y le creí, por eso le entregué todo mi dinero cuando fue a buscarme en la tarde al café —le confesé. Ella abrió los ojos asombrada—. Nunca llegó, lo esperé toda la noche... Cuando le pregunté a Silverio si sabía algo más sobre ese hombre descubrí que ambos estaban confabulados.
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Un dulce y encantador dilema
Teen FictionDulce ama a Chayanne. Después de sus intentos fallidos por convertirse en su esposa, su asistente y la cuidadora de su perro, decide ponerse una meta más realista: asistir a uno de sus conciertos. Con el tiempo en contra y determinada a cumplir su s...