—En pocas palabras, tienen que atraparlo con las manos en la masa.
Esa mañana Jade y yo habíamos visitaba la comisaría para denunciar a Silverio, pero esa fue, palabras más o menos, la respuesta que nos dieron. Hicieron preguntas, contestamos cada una de ellas, el resultado fue el mismo. Ninguno de los delitos que había cometido Silverio podían encerrarlo más de unas semanas, porque no había pruebas. Y cuando nos reunimos con Nael en Dulce Encanto nos compartió la misma conclusión.
No tenía prueba de la estafa, ni de que él fue quién destrozó la motocicleta, sus golpes no tardaban en sanar más de quince días y los míos apenas tenían marcas. Lo máximo que podían hacer era darle un pequeño escarmiento, para que después saliera con más rencor acumulado y terminara de matarnos.
—Bueno, pero el oficial dijo que con mi testimonio pueden abrir una investigación —destacó optimista Jade que había sido la que más había aportado en el caso. Estaba muy orgullosa de ella porque aunque le dolía, no se guardó nada para sí misma, hurgó hasta el fondo de su dolorosa relación intentando dar con un dato que nos fuera de ayuda—, aunque eso puede llevar tiempo —admitió. Al menos el robo por el que la encerraron sí iría a investigación.
Conociendo la justicia del país, tal vez toda la eternidad.
—Así que estamos igual que al principio —expuse frustrada.
—O peor —reconoció Jade sin importar la realidad nos doliera, le dedicó una cordial sonrisa a Andy que llegó para serviles sus bebidas a mi prima y Nael—, porque destrozarnos la vida se ha convertido en su pasatiempo favorito.
Soltando un pesado suspiro llevé las manos a mi cabeza, desesperada, sintiéndome presa de mi propia trampa. Todo está saliendo peor que mal. Entonces en medio de mi caos alcé la mirada al notar que Andy extendía una taza hacia mí. Tardé en entender, no había pedido nada, para empezar ni siquiera tenía permiso de sentarme con los clientes, pero cuando lo colocó frente a mí con una tímida sonrisa reconocí se trataba del mismo té que me preparó la noche que llegué a su casa hecha un fideo. Según él, era bueno para calmar los nervios. Dibujé una débil sonrisa al comprenderlo.
—Lo mejor será que mientras se resuelve este lío evitemos los lugares solitarios —retomó la charla Jade después de preparar su café, despertándome—. Para bien o mal Silverio no suele actuar a vista del mundo. Papá ha dicho que me recogerá de la universidad cada tarde para llevarme a casa. ¿Qué hay de ti?
Todos los ojos se posaron con interés en mí. Dios, me sentí como un examen.
—Sobra decir que yo no estoy en la universidad —dije divertida solo para aligerar el ambiente—, pero tal vez Don Julio me permita salir más temprano, cuando aún hay gente por la calle.
—También yo podría acompañarte a casa —propuso Andy, sonriéndome.
—O yo —soltó Nael enseguida, poniéndome en aprietos.
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Un dulce y encantador dilema
Novela JuvenilDulce ama a Chayanne. Después de sus intentos fallidos por convertirse en su esposa, su asistente y la cuidadora de su perro, decide ponerse una meta más realista: asistir a uno de sus conciertos. Con el tiempo en contra y determinada a cumplir su s...