Valeria se despertó de ese sueño pero en realidad no todo fue un sueño. Su hermana Julia, le dice que ha estado en coma durante casi un año pero que cuando le cuenta su sueño, le dice que todo eso a pasado. ¿Logrará ser feliz después de casi un año...
Entré en el cementerio, no era tarde pero aun así me sigue dando miedo, supongo que por eso, no he ido tantas veces aquí. Encuentro su tumba y me siento en el suelo en frente de la tumba. La cual está vacía por culpa de Noiret, eso me jodio a no más poder pero no pudimos hacer nada. Puse las manos a los pies de la tumba y dije las palabras mágicas:
—Carolina Leal Solís, soy Valeria Medina Jimenez y vengo a sacarte...
Cerré los ojos con fuerza y esperé unos minutos. Noté una presencia a mi lado y supe que no era nadie porque lo sentía dentro de mí, no fuera. Abrí poco a poco los ojos y me sorprendí. ¡Era Carolina! Me eché para atrás porque me asustó un poquitín, pues seguía como en su muerte.
—¿Carol?
—¿Sí? Suspiré, seguía siendo la misma e incluso podía comunicarme con ella con palabras y me respondía nada igual a ningún otro fantasma que he visto.
—Te puedo decir algo—Me dijo Carol mientras se sentaba en frente.
—Claro.
—¿Sabes por qué salgo ahora? Después de 15 años.
—No, la verdad es que no, yo y Julia lo intentamos un montón de veces pero nada funcionó hasta ahora.
—Eso es porque Noiret no me lo permitió.
—¿¡Qué?!
—Sí, Noiret os tenía controladas, por eso no visteis más fantasmas.
—¿Y ahora dónde está? —Murió.
—¿Lo mataste?
Asintió y sonreí.
—Se lo merecía.
—Bueno—Me miró de nuevo—¿Qué me tenías que decir?
—Ah—ya no me acordaba—Te iba a decir que Julia e Iván le van a poner tu nombre a su hija.
—¿Julia e Iván? —Sí, han pasado muchas cosas desde que nos dejaste—Tragué saliva—¿T-te parece bien?
Carolina asintió.
—Me parece bien, ellos creen que no me pueden ver. Y me parece muy bien que hagan algo por mi memoria.
Sonreí.
—¿Y Marcos?
—Él está bien, sin mí, sin ti y todavía sigue llorando tu muerte como si fuera la primera vez.
Carolina sonrió triste y se giró para volver a la tumba.
—Antes de irte, me podrías hacer un favor.
Me miró y me asintió.
—Cuidame y ayúdame ahora que estoy con alguien, como tu bien sabes, no tengo ni puta idea del amor.
Sonrió y asintió y me despedí de ella otra vez. No sabía cuando la iba a volver a ver, pero lo que sí sabía era que me iba a visitar más a menudo. Llegué a casa, me puse este pijama:
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Y me acosté en mi cama, sola esta vez porque Mateo ya se ha mudado a su piso.
