Narra Razille
Tras la muerte de mí hermano Mehmet, que Allah lo tenga en su reino, me di cuenta que no solo ahora debía cuidar mis espaldas, tenía que asegurar mí seguridad y la de mi familia a toda costa y por todo el tiempo que fuera posible.
Así que me dirigí junto con Ahmed a las barracas de los soldados jenizaros, que se encontraban cercanas a la capital.
Antes de partir discutí de esto con Murad, y estuvo de acuerdo en esto.
Ahmed y yo nos encontrábamos en el carruaje ya muy cerca de nuestro destino.
-Esta segura de esto mí sultana?- Ahmed como siempre me trataba con respeto incluso cuando entablaba una conversación conmigo.
-No podemos tener tanta calma, hay que ser precavidos y más aún que su magestad está planeando una nueva campaña-
Tenía mis manos entrelazadas, mí mandíbula estaba rígida y sentía que si parpadeaba olvidaría todo el plan que tenía.
Desde hace ya mucho tiempo los jenizaros tenían respeto y lealtad hacia Mustafa, así que claramente no podía hablar con quien lideraba el ejército.
Pero por suerte Ahmed tenía un viejo amigo de alto rango entre las filas de los jenizaros
-Mi sultana no debe preocuparse, todo saldrá bien, y si esto no funciona, le prometo que buscaré otra forma de protegernos- dijo Ahmed tomando mis manos y dedicándome una sonrisa tranquilizadora.
Si alguien veía a una sultana en las barracas de los jenizaros, se formaría un gran revuelo que no tardaría en llegar a oídos de Mustafa, ya que algunos soldados aún no lograban aceptar que una mujer estuviera entre ellos, que los liderara y fuera superior a ellos como si yo fuera un príncipe o incluso como si fuera el sultán.
Ahmed me dirigió a una tienda más alejada del resto, siendo cuidadosos en el trayecto al llegar hasta allí.
Antes de entrar verificamos que nadie estuviera a los alrededores para que no nos descubrieran.
Al entrar vi como una persona se levantaba de un asiento.
-Bienvenida, sultana Razille, bienvenido Ahmed Pasha- la voz de un hombre llamo mí atención.
Frente a mí había un soldado jenizaro, haciendo una reverencia hacia mi.
-Mi sultana, permítame presentarle a Seyid, el segundo al mando del ejercito de jenizaros y mi gran amigo en el campo de batalla-
-Es un honor conocer en persona a quien nos ha traído tantas victorias para nuestro imperio-
-Gracias por su cálida bienvenida, pero no tenemos mucho tiempo, así que le agradecería que dejara sus halagos para después-
-Por supuesto sultana-
Los tres nos sentamos a discutir respecto a este asunto.
-Me alegro saber que en la carta que Ahmed Pasha le envío, respondió que nos ayudaría, pero quiero preguntarle por qué quiere ayudarnos?-
Seyid dudosamente me vio a los ojos y luego bajo la cabeza.
-Es cierto que los jenizaros respetamos al príncipe Mustafa, pero yo solamente tenía lealtad absoluta al príncipe Mehmet, que Allah lo tenga en su reino-
-Amen- dije triste al recordar que mí hermano ya no estaba con nosotros.
-Se bien que no me corresponde decirlo, pero no creo que el príncipe Mustafa sea indicado para que algún día ascienda al trono-
-Entonces dices que eres leal a mí hermano el príncipe Murad?-
-No dudo que el príncipe Murad es muy capaz de lograr ser sultán, pero le recuerdo sultana que tiene otros tres hermanos-
-Hasta que mis hermanos menores crezcan pasará un tiempo, y quiero concentrarme en el presente, no en el futuro-
-Estoy de acuerdo sultana, será un honor estar a su servicio-
Habiendo terminado de hablar me levanté para salir de la tienda, pero una pregunta se fórmula en mí mente y me gire para ver a Seyid.
-Por qué me está ayudando? Usted dijo que tenía solo lealtad para el príncipe Mehmet, así que no debería proporcionarle su protección y lealtad a la sultana Hurrem y sus hijos?-
Pude ver qué Seyid esbozo una sonrisa triste y luego me miró a los ojos.
-Antes de que el príncipe Mehmet falleciera me hizo prometer que no solo cuidara a sus hermanos de misma madre, sino a todos sus hermanos-
Ante esa respuesta solo salí de la tienda a pasos apresurados.
Ahmed se acerco a mí cuando finalmente detuve mí marcha.
-Debemos ir a Topkapi sultana, su magestad solicito nuestra presencia para ayudarlo en los preparativos de la próxima campaña-
-Iremos enseguida, pero solo lo haremos porque le debo decir a su magestad, que no podré ir a esta campaña-
Ahmed abrió los ojos sorprendido.
-Por qué no mí sultana?, Acaso no quiere dejar sola a su madre? O acaso le preocupa lo que los soldados piensen de usted? Si es eso, solo pidamelo y yo me encargaré de enseñarles a cerrar la boca-
Reí ante las palabras de Ahmed, aunque al principio me case con el por conveniencia, termine enamorándome de el, y luego el me confesó que estaba enamorado de mí desde que me había conocido.
-No se trata de eso, lo que sucede es que debo cuidarlo si quiero que esté sano-
Ahmed no entendió a lo que me refería.
No pensé que se lo diría de esta manera, quería que fuera de otra forma, pero ya no podía ocultarlo más.
Lentamente puse mis manos en mí vientre plano y lo acaricie lentamente.
-Estoy embarazada, Ahmed-
Ante mis palabras Ahmed se acerco lentamente y dudando puso sus manos sobre mí vientre, como si tuviera miedo de hacerme algún daño.
-Sultana, acaba de hacerme el hombre más feliz del mundo- dijo con una tierna sonrisa.
No me pude resistir y le di un tierno beso, mostrándole todo el amor que sentía por el.
Y si Allah lo permitía, le demostraría ese mismo amor, a nuestro futuro hijo.
ESTÁS LEYENDO
La Sultana Olvidada
CasualeNiña, mujer, madre, sultana. Esos son los títulos que una mujer puede obtener en su vida si es inteligente y una devota súbdita de Allah. Su nombre se ha perdido en el tiempo, ya casi nadie recuerda a esa magnífica mujer, la protagonista de esta h...