4. De vuelta a Hogwarts

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˗ˏˋ CHAPTER FOURˎˊ˗
(BACK TO HOGWARTS)

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A la mañana siguiente, Hermione entró corriendo a la habitación de Harry, al no ver a Raquel esta mañana en la cama se asustó un poco

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A la mañana siguiente, Hermione entró corriendo a la habitación de Harry, al no ver a Raquel esta mañana en la cama se asustó un poco.

Se encontró la escena de sus dos amigos dormidos juntos en la cama del chico. "Son tan monos" pensó Hermione, se mordió el labio cruzándose de brazos, no quería despertarles pero era hora de vestirse.

—¡Chicos! Buenos días —Dijo abriendo las persianas de la habitación. La pelirroja se sobaba los ojos bostezando.

—Her, dejame dormir un ratito más...

—¡No! es hora de despertarse, vamos, Harry tu también —Dijo sacudiéndolo para que se despertara. —vestiros dentro de poco nos vamos.

Y salió de la habitación.

—Buenos días hojita ¿Que tal has dormido?

—Genial —dijo estirándose —¿Y tú?

—Genial también.

Se levantaron y la pelirroja se fue a su habitación a vestirse, una habitación que ya estaba vacía ya que Ginny y Hermione habían bajado a desayunar, solo quedaban los baúles.

Se puso la preciosa camiseta verde que le regaló Harry, una faldita negra y sus zapatillas favoritas. Cogió un peine y se dirigió de nuevo a la habitación de Harry.

—Hola de nuevo —Dijo entrando a la habitación encontrándose a un Harry con el pelo mojado y ya vestido, se debía de haber duchado.

—Hola hojita. Venga Hedwig entra aquí... —trataba de convencer a Hedwig de que volviera a la jaula cuando Ron abrió de golpe la puerta y entró enfadado, poniéndose la camisa.

—Cuanto antes subamos al tren, mejor —dijo—. Por lo menos en Hogwarts puedo alejarme de Percy. Ahora me acusa de haber manchado de té su foto de Penelope Clearwater. —Ron hizo una mueca—. Ya sabes, su novia. Ha ocultado la cara bajo el marco porque su nariz ha quedado manchada...

—Que buen despertar tienes Ronald —Dijo Raquel peinandose —Buenos días por cierto.

—¡Ay! Pero te qué haces aquí —Dijo Ron sobresaltado.

—Pues peinarme... —dijo Raquel obvia.

—¿Aquí?

—Si —Raquel se encogió de hombros —¿Por qué no? —Dijo terminando de peinarse.

Bajaron a desayunar y encontraron al señor Weasley, que leía la primera página de El Profeta con el entrecejo fruncido, y a la señora Weasley, que hablaba a Ginny y a Hermione de un filtro amoroso que había hecho de joven. Las tres se reían con risa floja.

Raquel y el prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora