19. La cabeza flotante

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˗ˏˋ CHAPTER NINETEEN ˎˊ˗
(FLOATING HEAD)

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Hermione y Ron seguían sin hablarse pero eso no impidió que Harry y Raquel buscarán momentos para estar juntos

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Hermione y Ron seguían sin hablarse pero eso no impidió que Harry y Raquel buscarán momentos para estar juntos.

Era sábado y ese día había visita a Hogsmeade. Raquel estaba peinándose mientras que Hermione seguía con sus deberes.

—Her ¿No vas a ir a Hogsmeade hoy? —preguntó la pelirroja al verla sin arreglar.

—No podría, tengo muchos deberes que acabar y además no me apetece mucho...

—Bueno... —Raquel estaba preocupada por Hermione, la verdad es que tenía que hacer algo para separarla de todo ese estrés.

Raquel una vez lista cogió su mochila con algunas monedas y se puso una chaqueta.

—Pues luego nos vemos Her ¿Quieres que te traiga algo?

—No gracias, estoy bien.

Raquel bajó a la sala común y poco después junto a Harry y Ron se dirigió al vestíbulo con la multitud que se dirigía a Hogsmeade.

—Nos vemos luego Harry —dijo la chica sonriendo despidiéndose del pelinegro.

—Nos vemos dentro de poco... —El azabache le dio un rápido beso en los labios dejándola algo embobada y sonriendo.

La multitud se fue junto a Ron y Raquel.

—¡Adiós, Harry! —le dijo Ron en voz alta—. ¡Hasta la vuelta!

Ron se sonrió y guiñó un ojo.

—¿Va a venir verdad? —dijo Raquel riendo.

—Pues claro que va a venir —Contestó Ron sonriendo pasando su brazo por los hombros de su hermana —Por cierto, desde cuando Harry y tú os besáis.

La pelirroja se sonrojó pero no dijo nada.

Al llegar a Hogsmeade Ron y Raquel se dirigieron a Honeydukes donde los dos chicos habían quedado para encontrarse.

Estuvieron mirando todos los tipos de dulces que había y compraron algunos. Un buen rato después Raquel noto como alguien le tocaba la espalda, y al girarse no había nadie.

—Soy yo —susurro.

—Hola Harry —sonrió la chica.

—¿Por qué has tardado tanto? —dijo Ron entre dientes.

—Snape rondaba por allí.

Echaron a andar por High Street.

—¿Dónde estás? —le preguntaba Ron de vez en cuando, por la comisura de la boca—. ¿Sigues ahí? Qué raro resulta esto...

Primero visitaron la oficina de correos que Raquel y Harry no habían visto, por lo menos trescientas lechuzas ululaban suavemente, desde las grises grandes hasta las pequeñísimas scops.

Raquel y el prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora