CapÍtulo 1

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Todo comenzó un día de invierno.

Llovía. Mañana sería mi cumpleaños y el primer día de clases, realmente sería un día muy agotador.

Esa misma noche estaba tan ansiosa que me quede despierta, casi hasta las dos de la mañana. Cuando al fin pude cerrar los ojos y quedarme dormida escuche un ruido en la cocina. No le di mucha importancia, ya que tenía un gato que le gustaba subirse a todos lados, así que me di la vuelta y seguí durmiendo.

Empecé a sentir una sensación de que alguien me observaba. Abrí lentamente los ojos y me di la vuelta. La habitación estaba oscura así que mis ojos se tuvieron que adaptar a la oscuridad, pero aun así no pude ver nada.

Así que me di media vuelta y cerré los ojos para tratar de dormir. Hasta que en un momento ese sentimiento me empezaba a incomodar. Volví a girar y ahí pude ver, gracias a la luz de un trueno, que en mi habitación había un chico de ojos celestes con una bufanda que le cubría la boca y la nariz, una capucha con orejas de panda y un cuchillo en la mano.

Me observaba detenidamente entre la obscuridad de mi cuarto. Tenía mucho miedo. Terror. Enojo. Sentía algo inquietante en la panza. Ese sentimiento horrible que sientes cuando algo malo va a pasar. Quise gritar pero no me salían las palabras de la boca, era como si mis cuerdas vocales hubieran abandonado cualquier intento de esperanza. Luego él se acercó y me tapó la boca. Se puso el dedo por encima de la bufanda que le cubría la mitad de la cara y a continuación agrego:

-Tranquila.

Su voz ni siquiera tembló al decirlo. Como si ya lo hubiera hecho varias veces. Tenía mucho miedo. Lagrimas caían de mis ojos. Él me seco una lágrima con su pulgar, sus dedos eran ásperos. Luego se acercó un poco más a mí y me puso el cuchillo en el cuello.

-No te haré daño... ¿Sabes? Eres muy linda- susurro mirándome con ojos psicópatas. Unos muy azules- ¿Yo te parezco lindo?- dijo mientras jugaba con el cuchillo provocando un pequeño corte en mi cuello haciendo que pequeñas gotas de sangre brotaran de la herida.

-¿Qué?- le dije llorando y casi en un susurro. Quise sostener mi cuello pero él me aparto la mano y la sostuvo contra mi cama, colocándose encima de mí.

-¿Qué si te parezco lindo?-dijo casi gritando.

Escuche pasos. Las luces de mi casa se encendieron al instante.

-Alex, hija ¿Estas bien?- Dijo alguien desde el primer piso de mi casa, que a juzgar por lo aguda que era la voz le pertenecía a mi madre. El chico se acercó a mí lentamente hasta mi oído y susurro.

-Dile que sí- puso mas cerca el cuchillo.

-Si mamá, estoy bien- Grite con la voz entrecortada y con lágrimas en los ojos.

-No grites, vas a despertar a tu padre. Ven aquí y cuéntame lo que te paso.

-No pasó nada.

-Entonces si no quieres bajar, yo voy a subir- Sentí el cuchillo todavía mas cerca de mi cuello y a continuación otro susurro mas.

-Puedes ir, pero si le dices algo de esto, voy a matar a tu madre y a ti también- se levantó y se fue a esconder a mi armario, no sin antes poner un dedo en su bufanda y pronunciar un silencioso "Shhhh"

-Alto- conteste- ya voy a bajar.

-Esta bien.

Baje las escaleras despacio, ella me estaba esperando. Cuando me vio vino corriendo hacia mi y me sostuvo la barbilla y me la subió.

-¿Que te paso ahí?

-Nada, solo me tropecé y me lastime.

-¿Enserio?

Me enamoré de un asesino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora