Capítulo 14

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Cuando Mica se despertó, llamé inmediatamente a Maia para preguntarle si podía comunicarse con Maitena, para que Mica se quedara en sus casa. A lo que esta respondío que si.

-¿Estas segura que no quieres quedarte aquí?

-No, además tengo miedo de que ese chico me maté a la noche. ¿Oye, estas segura que no quieres venir con migo?

-No, él sabe dónde está mi familia y los puede asesinar si yo me escapó.

-Está bien, pero cualquier cosa me llamas y me avisas.

Me dio un gran abrazo y se fue. Me senté en el sillón, lo que no duro mucho ya que Keith salió de mi habitación gritando.

-¿Que estoy haciendo aquí?

-¿No recuerdas nada?

-Lo último que recuerdo fue que tú me apuñalaste y luego todo se volví oscuro. ¿Qué fue lo me paso después?-dijo bajando las escaleras con una mano abajo del torso.

-Pues la chica que intentaste matar te salvo la vida.

-Entonces le perdonare la vida.

Mire toda su ropa. Tenía sangre por todos lados.

-Ve a cambiarte, estas todo sucio.

-Ya se lo que pasa... ¿Tú quieres verme sin ropa, no?

-Cállate, estúpido- respondí un poco sonrojada.

-Por qué yo no tengo ningún problema con eso- dijo agarrándome el mentón con la mano, pude ver que tenía una pequeña sonrisa pícara. Aparte la cara para la derecha.

-No, solo es que tienes sangre en toda tu puta ropa.

-Está bien- dio la media vuelta y subió las escaleras hasta su habitación.

Camine por la sala hasta que fije mi vista en las manecillas del reloj. Vi que eran más de las 11:43 p.m. Subí las escaleras y en el pasillo pude ver a Keith saliendo del baño, con solo una tualla rodeando su torso. Me sonroje al instante y mi corazón latió un poco más fuerte de lo normal.

-¿Que miras?

-Nada- dije cortante. Rápidamente me metí a mi habitación y cerré la puerta con llave. Pasaron los minutos, las horas y yo no podía cerrar un ojo. Todavía seguía pensando en los horribles gritos de la chica, aunque no la conocía y ni siquiera la había visto nunca, me daban escalofríos con solo pensarlo. Agarre mi celular y mire la hora, la luz me cegó los ojos pero pude divisar que eran las 2:21 a.m. Me levante lentamente y abrí la puerta.

Todo estaba oscuro.

Baje las escaleras cuidadosamente. Cuando de repente escuche a alguien llorando. Termine de bajar los pocos escalones que me quedaban y pude ver alguien llorando. Prendí la lampara que estaba al lado de el sillón y pude ver a Keith. Estaba sentado en el sillón con los codos apoyados en las rodillas y las manos en su cabeza

-¿Keith?- me acerqué a él y le puse las manos en la cabeza. Me pareció que estaba llorando.

-Fuera de aquí- Grito fuertemente. Me aleje un poco.

-¿Qué te pasa?- seguí insistiendo.

-¿Que te importa? Podría desaparecer y no habría ninguna puta diferencia. Nunca te importe y nunca lo voy a hacer. Nunca me amaras - Luego de eso levanto la cabeza y me miro a los ojos. Sus ojos estaban un poco hinchados pero todavía podías ver ese hermoso color celeste. Aunque lo que más me llamo la atención fue su mirada, no era como otras. Era dulce pero también cautivadora con un toque de intriga. Lo que me recordó a alguien. Él era el mismo chico que estaba en la fiesta de mi cumpleaños. El mismo chico que me había dado un beso en la mejilla. El mismo chico que me había enamorado de su mirada.

Me enamoré de un asesino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora