Capítulo 14: Misterios

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Mientras yo me preguntaba donde se encontraba Jungkook en ese momento Bogum alzó su mano por encima de mi cabeza y lanzó un grito al conductor al autobús indicándole que se detuviera.

Bogum me tomó de la cintura manteniéndome a un costado de su cuerpo, para que yo me quedará a su lado. Bajamos del autobús de la misma forma, yo caminé junto a él, descalzo sintiendo el suelo rústico debajo de mis pies unas dos cuadras hasta que volví a vislumbrar aquella casa, la misma vieja casa en la que estuve la noche anterior, las sombras de la misma ya parecían empezar a susurrarme.

Me estremecí al recodar a Jungkook, invitándome a bailar, tocando el piano, declarándome que le gustaba y acostado a mi lado justo antes de que mis ojos se cerrarán y me quedara dormido. Caminé todavía pegado a un costado del cuerpo de Bogum, mientras nos acercábamos aún más a la casa abandonada, me percate de que había algo diferente en aquella casa, algo diferente con respecto a la última vez que la había visto fue esa misma mañana, todas las puertas estaban abiertas de par en par invitándonos a entrar.

- ¿Alguien habrá entrado? -, preguntó Bogum para sí mismo en voz alta -. Esta mañana cerré las puertas y ahora están abiertas.

<<Jungkook>>, pensé.

Quizás... ¿Exista la posibilidad de que fuera Jungkook el responsable de aquello? De parte de Jungkook yo me esperaba muchísimas cosas, siempre llegaba a sorprenderme.

Me adentré junto con Bogum hasta aquella casa, atravesamos el jardín cautelosamente, todo se encontraba en silencio, escuche cada diminuto sonido que emanaba de aquel jardín del frente, el ruido que generaban los árboles al chocar sus ramas unos con otros por efecto de la gélida brisa, el canto aterrador de los búhos y los grillos, las hojas del otoño se encontraban secas, se escuchaban quebrarse cuando yo las pisaba con las plantas de mis pies sin calzar, el hierro de las rejas crujir cuando el viento las agitaba al igual que el golpeteo de la madera de los árboles al impactar contra los vidrios de las ventanas altas del segundo piso inexplorado de la casa, el mismo viento lograba que mi cabello se agitara un poco por los aires y que algunos mechones de este cubrieran mi rostro.

Ambos atravesamos el umbral de la puerta principal abierta de la casa, en cuanto estuvimos dentro de la enorme y oscura casa, la puerta se cerró detrás de nosotros haciendo mucho ruido; Yo me asusté y mis nervios se hicieron notables, Bogum hizo caso omiso a la situación, pero por mi parte, yo seguía considerando que aquella casa lograba ponerme los pelos de punta y que algo extraño estaba sucediendo, esto lo pensaba por el simple hecho de que la noche anterior había visto y escuchado cosas indescriptibles y horribles. El recuerdo de la niña apareciendo reflejada en el espejo me causó terror, yo catalogaría aquella visión como una de las más espeluznantes que había visto en años y eso que había visto sombras extrañas y he tenido sueños tenebrosos.

- Voy a darme una ducha -, dijo Bogum con voz que reflejaba la cantidad de alcohol que llevaba en su sistema.

Guarde silencio y lo observe, explorando la casa para encontrar un cuarto de baño, hasta que apareció encontrarlo y me quede solo en la sala escuchando el sonido del agua de la regadera bajar mientras el susodicho se duchaba.

Toda aquella casa seguía en plena oscuridad, no quise siquiera moverme de mi lugar, por el simple hecho de que tenía miedo, el miedo que me causa estar solo, incluso cuando sabía que Bogum estaba a unos cuantos metros de distancia, disponible.

Examiné con la mirada cada rincón de la vacía casa, la sala era comunicada con varios pasillos y con algunas habitaciones, tenía unas escaleras de piedra enormes y decoradas como los castillos de las princesas que conectaban hasta el piso de arriba que yo aún ni siquiera conocía.

Una luz entraba por unas puertas de vidrio, supuse que daban al patio trasero, ya que la misma luz de la luna se adentraba en el interior de la casa atravesando los cristales de las puertas.

Sin saber qué hacer se me paso por la mente ir a visitar ese aparente patio trasero, vacile al caminar hasta allí, me acerqué dando grandes zancadas y como un destello atravesé las puertas de cristal para encontrarme con un escalofriante ambiente de un aparente patio.

Había en el suelo asfalto un agujero enorme, pasa ser más específico era más una piscina vacía, en el fondo de la misma puede ver hojas caídas de los árboles que ensuciaban y daban más aspecto a la misma, sus alrededores reposaban inmóviles unas estatuas de piedra sólida en color gris, alusivas e extrañas personas que no conocí, cada una de las estatuas era más estremecedora que la otra.

Cuando miré hacia el suelo vi junto a mis pies la muñeca pelirroja con aires diabólicos tirada allí, me puse de rodillas para recogerla, pero al momento en que incline mi mano para cogerla sentí unos dedos rodear mi muñeca, miré detenidamente mi mano y efectivamente una mano blanca y pálida resaltaba con el contraste de mi piel, me sujetaba tan fuerte que por un momento creí que me rompería mis huesos, chille de dolor en el acto, pero mi miedo era todavía más grande que el dolor físico que sentía en aquel momento.

Comprendí que quien me estaba cogiendo la mano era la misma niña del espejo, su rostro parecía demasiado angelical para ser maligna o una de ellos, y, cuando hablo de ellos quiero decir de las visiones que solo yo puedo ver, hablo de... ¿Los fantasmas? Realmente nunca me preocupe por darle un nombre a esas malévolas presencias que me atormentaban. Esta niña me miraba sin expresión alguna, en su cara no pude ver ninguna emoción, ni tristeza, ni felicidad, ni dolor, nada.

Sus ojos eran oscuros en su totalidad, y me refiero a que ni su iris se podía presenciar, era algo más oscuro que las sombras. Yo me encontraba petrificado, aterrado, asustado, y cualquier otro sinónimo de la palabra, una lágrima se asomaba desde mis ojos, quise gritar, no obstante, me di cuenta de que no podía hacerlo, era como si mis labios estuvieran sellados, quise moverme, sin embargo, no pude, también me quise moverme, pero igual, no pude, no podía hacer nada, mi cuerpo estaba inmovilizado por una fuerza sobrenatural. Lo único que pude hacer fue soltar las lágrimas.

<<No me hagas daño, ¿qué quieres de mí?>>, pensé.

Ya que no podía hablar, desvíe la mirada y observé a mi alrededor mil sombras que rodeaban el lugar, eran siluetas de cuerpos posando fugazmente como un soplo.

<<Suéltame>>, pensé nuevamente, mirando al espectro que tenía delante.

Hice sonidos de gemidos de dolor en un intento de gritar. Habían pasado demasiados segundos y ella aún continuaba cogiéndome del brazo de una manera muy dolorosa.

"No tomes lo que no te pertenece", me susurró una voz maliciosa y demoníaca, "sal de aquí".

Enamorado de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora