Capítulo 12: La apuesta II

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Ese tipo me daba asco, me repugnaba, lo odiaba. Quiso poner sus manos en mi cabello, pero yo retrocedí un paso, eso hizo que Jimin se molestara y se abalanzó hasta donde yo me encontraba, me aferré a Bogum y me escondí tras su espalda, este me abrazo con fuerza, entre los brazos de Bogum eche una mirada a Jungkook, él parecía molesto y tenso.

Bogum me beso en la frente mientras que Jimin con furia me arrancó de los brazos de Bogum, él no protestó en lo más mínimo, no lo pude evitar y comencé a dejar escapar las lágrimas que llevaba tiempo deteniendo, y más cuando ese asqueroso me desplazaba casi arrastrado con él.

- ¡Bogum! -, grité mientras intentaba zafarme de los brazos de Jimin, todos contemplaban con atención la escena. Intenté buscar con la mirada a Jungkook, pero ya no estaba.

Pataleé en los brazos de Jimin haciendo lo posible para qué me soltará, sin embargo, este tipo de unos veinte y tantos era más alto que yo y me superaba en la fuerza por mucho.

Me sacó del lugar y me llevó hasta un callejón solitario y oscuro, Bogum se había quedado adentró y no hizo nada por defenderme, en ese momento sentí mucho rencor hacia su persona.

Jimin me lanzó contra una pared y me acorraló, mi llanto era incesable y bastante audible. Yo apartaba mi rostro cuando él intentaba poner sus labios sobre los míos.

- ¡Suéltame asqueroso! -, exclamé con voz llorosa.

- ¡Cállate! Una apuesta es una apuesta.

- ¡Jungkook, ayúdame! -, esas palabras salieron de mi boca inconscientemente.

Segundos después miré a Jimin paralizarse, hizo una mueca de dolor e intentó tomar aliento, pero cayó suelo de espaldas, cuando su cuerpo dejo de cubrir mi vista observe a Jungkook allí de pie con el cuchillo ensangrentado en sus manos. Me miró fijamente y su respiración se escuchaba entrecortada.

- ¿Lo... lo has matado? -, dije a penas aterrorizado y aún envuelto en lágrimas.

Jungkook asintió con la cabeza, saco su pañuelo del bolsillo trasero de su pantalón y limpio toda la sangre del cuchillo para luego lanzar el pañuelo sobre el cuerpo ya sin vida de Jimin.

Seguidamente, guardó su arma en el bolsillo interno de su chaqueta de color negro; me dio la impresión de que Jungkook era un profesional, es decir, un experto en el tema de... matar.

Considere el hecho de que estaba armado y de la manera en la que limpió de una tan pulcra el cuchillo que se encontraba bien escondido en su ropa. ¿Era un asesino? Si no lo era, se acababa de convertirse en uno.

- ¡Jungkook, lo mataste! -, mi voz sonaba entrecortada entre sollozos.

Él se movió de manera cuidadosa para no pararse en el recién fallecido y se acercó hacia mí, yo di un paso atrás.

- No debiste ver eso -, me dijo Jungkook con una cara que lo hacía verse arrepentido, inocente e indefenso -. Lo hice porque él iba a hacerte daño.

- ¿Debería agradecértelo? -, le pregunté confundido y con miedo.

- Solo si tú lo deseas.

- Gracias -, le dije con notoria sinceridad, no hubiera deseado que nadie tuviera que morir, pero agradecía tener a una de las pocas cosas preciadas de mi cuerpo. Mi virginidad.

- Vamos -, me tomó de la mano jalándome para qué caminará con él.

- ¿A dónde vamos? -, dije con timidez al ver que nos alejábamos por las calles hacia algún lugar lejos del cadáver -. Debo de volver con Bogum.

Jungkook se detuvo al escuchar lo que acababa de decir.

- Taehyung, tú crees que Bogum te quiere, pero no es así; ¿Crees que si te quisiera, hubiera apostado tu cuerpo? ¿Crees que si te quisiera, te golpearía y te trataría mal? -, me dijo.

- Él si me quiere, y, de todos modos, si no fuera así, yo... no tengo a nadie más -, replique, Jungkook se mantuvo en silencio como si no tuviera un argumento válido para mi respuesta.

Él fue disminuyendo el espacio que nos separaba, me acorraló contra un auto que estaba estacionado en la calle apoyando ambas manos en el mismo, dejándome atrapado entre el auto y su cuerpo, respiró sobre mi rostro, su aliento era frío, cada vez más aproximaba su cara hasta la mía y yo me quedaba paralizado un poco más, mis sentidos se enloquecían, bajo mi pecho, mi corazón latía agitadamente y con voraz velocidad.

- Tú tienes algo que... -, Jungkook dejó la frase en el aire -. ¡Maldita sea, no me puedo estar enamorando de ti!

Quise mirarlo a los ojos para captar su expresión, pero él volteó su rostro y fijó la mirada perdida en el semáforo que cambiaba de color justo en ese momento; Las calles seguían igual de vacías, el cielo se miraba perfecto con millares de notables estrellas. La cercanía de Jungkook me dejaba sin aliento, me sentía reconfortado a su lado.

¿En qué momento empecé a depender tanto de él? Llevaba unos dos días conociéndolo y no dejaba de pensarle, añorarle e incluso soñar con él. ¿Era eso algo explicable? Y para empeorarlo todo, Jungkook, aparecía en cada episodio de mi vida de manera qué me hacía necesitarlo cada vez más, no me había dado cuenta de que realmente lo necesitaba como si de eso dependiera mi vida.

Lo necesitaba tanto como el agua o la comida incluso. O quizás mucho más que eso, habría inclusive cambiado lo único que tenía para comer si me dijeran que eso haría que tuviera otra oportunidad de ver a Jungkook, y, ahora él... ¿Él acaba de maldecir creer que está enamorado de mí? Que para él fuera algo malo enamorarse de mí me lastimaba un poco, pero que se estuviera enamorando de mí era mi perdición.

Me bastaba con que me dijera que me amaba para olvidarme de cualquier cosa, como por ejemplo, hecho de que yo aún no le conocía, en lo absoluto, de que, probablemente, podría estar lidiando con un asesino en serie y de igual forma no me importaría, yo era demasio inerme y me aferraba con facilidad a las pocas cosas que me otorgaba la vida... Ya fueran malas o buenas.

- Puedo... ¿Puedo besarte? -, me pidió Jungkook.

Enamorado de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora