Prólogo

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- La leyenda de la luna roja es muy antigua. – Franky le leía el cuento a la pequeña niña.

- Se cuenta que cada cincuenta años, en la noche más oscura, la luna se tiñe de rojo sangre y en una danza con el sol, maldice a una pareja por la eternidad. – la niña curiosa escuchaba con atención.

- Se le conoce como la maldición del amor y es tan poderosa que hasta el ser más antiguo cae ante ella. – los grillos cantando acompañaban el relato.

- Son cobardes – Anya sentenció, porque aún no entendía como alguien tendría miedo a la simple luna.

- Anya, cuando seas grande comprenderás que amar es peor que morir. - Ser tío era una labor muy demandante. – Si te enamoras de alguien por el capricho de la luna, también desearás haber huido antes. – Al retorno de Loid y Yor les haría saber lo caprichosa que era su hija.

- Pero... ¿Quién puede ser tan tonto para creerse este cuento? – se cuestionó la pequeña sin saber la existencia de un ser mucho más fuerte que ella.

- ¿Has escuchado sobre los vampiros? – la niña sonrío con inocencia.

- Son personas con colmillos que beben sangre. El tío Yuri me contó que son peligrosos, pero papá dice que no existen. – contestó con confianza.

- Puede que existan o puede que no, pero se sabe que su debilidad es la sangre. Así que cuando la luna los ve, los condena a desear a muerte la sangre de su amado. Es cruel, porque al final no pueden resistirse. – Franky continuaba la historia.

- Pero... cada cierto tiempo la luna es comprensible y permite que una pareja se enamoré sin un final tan trágico. – La leyenda era muy complicada para que una niña la comprendiera.

- La luna es caprichosa, pero cuando se tiene el control del destino cualquiera lo sería- terminó de recitar Loid. - ¿Por qué sigue despierta mi princesa? – siempre sería la princesa a los ojos de su padre.

- ¿Ustedes fueron flechados por la luna? – la niña no perdió su oportunidad para interrogar a sus padres.

- Puede ser, es bonito soñar con tu propia historia de amor cariño – Yor respondió sin acercarse mucho a la cama de la menor, tal vez porque la sangre y el barro se harían muy evidente.

- Duerme pequeña – se acercó el padre y le dio un beso en la frente. – Sé que tú tendrás tu historia de amor, una mejor que la nuestra.

La niña sonrió y poco después cayó en un sueño profundo.

Los tres adultos observaban con ternura la escena. Cada uno jurando cuidarla de cualquier depredador que existiera, y eso incluía a los vampiros que asechaban.

La Luna RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora