Capítulo 6

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Damian

- Ha pasado más de dos días y él no despierta – la voz difusa de Becky se escuchaba tan lejos de mí. ¿seguía en coma? A pesar de que mi cuerpo permanecía inerte, mi conciencia escuchaba claramente lo que los demás decían a mi alrededor.

- Ni que lo digas – refunfuño Ewen – No es como si yo quisiera que este así tampoco. – la preocupación se podía escuchar en su voz.

- ¿Crees que la luna lo maldijo? – Cuestiono Becky. La luna me maldijo, pero ¿con qué?

- ¿Viste que mirará la luna? – le pregunto Ewen. La vi, a través de los ojos de Anya.

- No, es decir... estaba esta chica... Anya y él la uso para sacarle información a Bill – hacia recuento Becky. ¿Tan mala persona fui al utilizar a Anya para mi conveniencia?

- Bueno, no tiene lógica que una chica haga que Damian caiga en este estado – Ewen parecía no estar de buen animó. Tenía la sospecha de que aún no habían hablado sobre el matrimonio arreglado de Becky.

- Nada tiene lógica cuando se tratan de ustedes – Comentó Becky. Comenzaba a incomodarme estar escuchando una conversación que claramente era privada. Maldito coma que me permitía estar consiente, pero inconsciente a la vez.

- ¿A qué te refieres? – Ewen era idiota, pero seguro estar al lado de Becky lo afectaba aún más. Yo que estaba inconsciente podía saber que Becky estaba molesta con él.

- Tú no hiciste nada, pensé que al ser sincera contigo tomarías valor y me pedirías que estuviéramos juntos – Intenté abrir mis ojos, esta conversación solo requería de ellos dos como testigos, sin embargo, mi cuerpo seguía sin hacerme caso. – Pero, ¿qué hiciste cuando te lo dije? Solo asentiste y corriste. ¿Para qué? Solo para decirle a Demetrius que yo era un buen partido como esposa ¿te pareció una buena idea? – la voz de Becky tembló mientras intentaba no llorar.

- Yo... no fue así como sucedieron las cosas. – se lamentó Ewen. – Entre en pánico, siendo justos, no te acercas a alguien de la nada y le dices que lo amas como si nada. – él tenía un punto. – Así que por primera vez en toda mi vida hui, sin saber qué hacer. – parecía una lamentable historia llena de malos entendidos. – pero cuando me había armado de valor para confesarte mis sentimientos, Demetrius ya había hablado con Su Majestad y ya habían tomado la decisión. – recordaba que mi padre nos había reunido a Ewen, Emile y yo para preguntarnos sobre Becky. Fue allí donde Ewen había comentado lo buena esposa que sería. Ahora comprendo que lo decía más para él que para mi hermano. – Yo debo disculparme por no decirle nada Su Majestad, pero no lo hice porque sé que Demetrius será mejor esposo que yo... y – dejé de escuchar la voz de Ewen... poco a poco volvía a la oscuridad que me acompañaba desde hace unos días.

Antes de desfallecer comprendí que el amor era la peor maldición que alguien podría experimentar. No había nada más lamentable que esperar y darlo todo por esa persona cuando ni siquiera tú puedes tenerlo todo. Supongo que la Luna lo sabía, por eso decidió jugar conmigo.

Anya seguía siendo lo único que recordaba esa noche, ¿Cómo podía llegar a sentir algo por quien poseía los mismos ojos de una asesina? Nada de eso tenía sentido, porque mientras más pensaba, más me confundía. Solo me quedaba volver a intentar despertar para tomar el control de mi mente. Pero en lugar de eso volvía a ser tragado por la oscuridad que me rodeaba.

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Era un recuerdo...

Mi madre parecía estar viendo la hermosa luna llena. Con sus delicadas manos parecía tejer algo... y con sus labios tarareaba una melodía que llevaba años sin escuchar. La escena era digna de ser retratada, sin embargo, un yo de 15 años no sabía apreciar la belleza de mi madre.

La Luna RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora