Capítulo 9

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Anya

- Ten en cuenta que los vampiros no te darán la oportunidad de atacar cuando se encuentren frente a frente - Yuri seguía entrenándome, y aunque prácticamente no descansaba, no estaba cansada. Constantemente me repetía que debía dar todo de mí. Y al día siguiente volvía a dar todo de mí y un poco más.

- Así como yo no debo darles una oportunidad de atacar – dije, mientras golpeaba el tronco de un árbol para "ejercitar mis puños". Como cazadora no siempre debía fiarme del manejo de las armas como primera defensa. Según los relatos de mi tío, muchas veces el puño hacia la diferencia entre la vida y la muerte.

- Muy bien, aprendes rápido pequeña chihuahua. – mi tío solía llamarme así cuando lo molestaba. Era una forma despectiva que hacía alusión a mi estatura. Aun así, ahora podía escuchar como su tono de voz iba tornándose amorosa.

- Mi estatura es mi ventaja – repetí, debía conocer mis capacidades y mis fortalezas. Y lo que alguna vez fue mi debilidad, ahora comenzaba a favorecerme.

- Concéntrate en acabar a tu oponente, recuerda... no dudes en dar el último golpe. – sus palabras animaban a mi cuerpo a seguir golpeando el ya mallugado árbol. Mis nudillos comenzaban a sangrar nuevamente, pero mi percepción del dolor había disminuido bastante en el último mes que todo esto parecían cosquillas.

- Quien duda no logrará ganar. – parecía un robot programado para responder a cada comando. Si bien me estaba volviendo en una, mis sentidos estaban más agiles que nunca.

- Así es – reafirmo mi tío. Últimamente solo éramos él y yo. Bill había comenzado a entrenar, sin embargo, aun con sus suplicas mi tío no permitió que se nos uniera porque yo debía hacerlo sola. Comprendía que mi tío esperaba que me volviera fuerte yo sola... no siempre estaría rodeada de cazadores que estarían de apoyo. Mis padres habían salido a una misión ultra secreta la mañana después de mi sueño del que aún no encontraba significado real. Y mi tío Franky permanecía en el laboratorio estudiando y estudiando... y estudiando.

Estaba aparentemente sola, porque, aunque mi tío estuviera guiando mi entrenamiento... cuando finalizábamos él se iba para evitar mis preguntas. Intente investigar por mi cuenta, necesitaba descubrir quién era realmente mi bisabuela y cuál era su propósito. Cual era mi propósito.

Sylvia ignoraba mis visitas, y aunque llegará a realmente estar en su oficina un simple "no importa el pasado sino el presente", hacía que mis ganas de encontrar respuestas disminuyeran.

- Mantente concentrada Anya – me llamo la atención Yuri. Comencé a tirar también patadas al árbol. Aun cuando este tuviera protección no impedía que yo misma me golpeará. Pero el dolor me ayudaba a concentrarme... nunca fui masoquista, sin embargo, ahora necesitaba todo lo que fuera capaz de ayudarme a hacerme fuerte lo más pronto posible.

- Bien, eso es suficiente por hoy – Yuri habló después de un largo rato. No obstante, no lo escuché, no quería acabar... no ahora que lo tenía casi dominado. – Anya, para te estás haciendo aún más daño. – mi tío tomo uno de mis brazos y me alejó del obstáculo. En ese instante pude sentir como un líquido rebelaba sobre mis pantorrillas. El rojo carmesí, como la luna, comenzaba a llegar hasta mis tobillos.

- Maldición, Anya, cuando digo que pares lo haces para evitar que esto ocurra. – Sonaba preocupado, como dije, si tono de voz comenzaba a ser amoroso.

- El dolor es un impedimento para seguir – contesté, sin ánimo de nada, solo quería seguir haciendo lo que estaba haciendo.

- Si tus padres te vieran ahora, me matarían a mí primero y luego a ti, ¿crees que todos entrenamos así cuando iniciamos? – su pregunta era tonta para mí.

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