Capítulo 1

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Anya

La vida en Westalis era monótona y muy aburrida.

Esto era fácil de concluir al nunca tener un lugar propio al que llamar hogar. Tenía que estar constantemente mudándome por el trabajo de mis padres . Aun así, no era tan malo después de todo, el tener aventuras mientras viajaba se hizo parte de mi vida. Sin embargo, comenzaba a cansarme de eso, estaba cansada de no poder sentirme completa.

Aunque expresará lo frustrante que era para mí conocer a personas nuevas para luego despedirme de ellas, mis padres evitaban ese tema una y otra vez. Era como si yo no importara. Su trabajo significaba más que mi propia vida y eso era peor que sentirme abandonada por la gente.

Así que simplemente opte por fingir, al final era más fácil aparentar que me sentía cómoda para evitar conflictos innecesarios. Pero, en el fondo sentía que existía una posibilidad de llegar a ser genuina en algún momento.

- ¡Te comeré! – la voz de un pequeño niño me saco de mis pensamientos.

La tarde estaba soleada, lo que me permitió dar un paseo en los alrededores. Esto también era aprovechado por los niños que parecían jugar una clase de atrapadas. Y lo que parecía ser el "malo" estaba vestido con un peculiar disfraz.

Era víspera de la luna roja y mientras unos caían en el miedo colectivo, los niños tomaban esto con humor. Las leyendas y rumores sobre la existencia de los seres conocidos como vampiros se intensificaban con el correr de los años. Y pocos coincidían conmigo al decir que solo era una simple leyenda.

Pero, afirmar que eran patrañas no evitaba que sintiera nauseas al imaginarme la existencia de estos seres. Las absurdas decoraciones hacían que me helara la sangre, y a menudo un escalofrió invadía mi cuerpo cuando observaba detalladamente el bosque.

Parecía que mis sentidos estaban difusos cuando se trataba de estos temas.

La leyenda claramente reconocía la maldad latente en estos seres. No podía pensar en que los vampiros, en el caso de existir, fueran buenos. Había comprendido que si la luna se atrevía a jugar con el destino sería en forma de castigo. Un castigo que recaía en ambos porque ¿quién se puede enamorar de un ser vil y despreciable?

- ¿Acaso le tienes miedo a estos juegos infantiles? – Bill se acercó a mí por detrás, asustándome en el proceso. Ciertamente hoy estaba muy distraída, sumergida en mis lagunas mentales.

- No tanto como te tengo miedo a ti - dije burlándome de él.

Nuestra amistad mantenía esa dinámica. Era mi único amigo, mi confidente, y toda la estabilidad que podía encontrar luego de estar casi 6 meses en este pueblo.

- Bueno, me temo que seguirás teniendo miedo durante el resto de tu vida – Su tono era cómico, pero pretendía ser un coqueteo muy descarado.

No estaba incomoda por este tipo de comentarios. Ya se repitan desde hace semanas.

A decir verdad, había considerado la idea de formar una familia desde pequeña y Bill parecía el tipo ideal para eso. Mis padres también pensaban lo mismo al mantener presente la propuesta que él les hizo hace una semana. Podía sospechar que se trataba de una propuesta matrimonial, al que no podría negarme y tampoco pensaba hacerlo. Lo había dicho, él fue mi estabilidad en el caos de mi vida.

Así que sonreí y asentí ante su comentario.

- Es divertido ver como los niños se burlan del miedo de los adultos. – dije al tener mi atención nuevamente en los niños.

- Puede que sean exagerados, pero también creo que es necesario cuidarnos – últimamente Bill parecía creer en la existencia de los vampiros tanto como la gente del pueblo.

- Claro, existen los vampiros y le temen a la luna... está afirmación es absurda por donde la veas – reí un poco, porque desde niña supe que todo era ficticio.

- Bueno, ni tú ni yo hemos presenciado una luna roja así que debemos esperar...- seguía creyendo que todo esto era una tontería.

- ¿Acaso también crees en la maldición del amor? – pregunte conteniendo mi burla. Podía ser insensible de mi parte burlarme si él creía en esa tonta leyenda.

- ¿Tú no? Si es verdadera o no, yo solo espero que me veas cuando la luna sea roja. – sonreí un poco, y sí, también me ruboricé. Sin embargo, me sentía extraña... como si algo estuviera mal.

- Te miraría si no tuvieras que ir a cazar lobos con mis padres – contrataque. – es una lástima, solo espero que no te enamores de un lobo mientras lo haces. – mientras lo decía comencé a caminar de regreso a casa.

- Eso no pasará – rio mientras me acompañaba.

Esto era lo que mejoraba mis días y podría acostumbrarme a eso. Aun cuando dentro de mi corazón sintiera que no estaba completa.

Pero, no iba a abandonar los sueños de otros por mi falta de satisfacción. Así que ignoraría cualquier deseo de huir del futuro que había diseñado al lado de Bill.

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Tan rápido, como en un abrir y cerrar de ojos, la noche de la luna roja llegó. Estaba ocupada limpiando la cocina, en donde habíamos cenado con tranquilidad, mientras mis padres y tíos se preparaban para lo que sería una noche muy larga.

- Tenemos todo listo – hablo mi padre.

Cada vez que mis padres, o toda mi familia, iba de cacería parecían estar en modo automático. Sus acciones carecían de emociones. Podía asegurar que se encontraban en una especie de limbo que en ocasiones me preocupaba.

- Los demás cazadores nos esperan en el punto de reunión – afirmó mi tío Yuri.

Todo parecía estar listo para iniciar su recorrido.

Bill se acercó a mí y tomo mi mano. Con gran determinación la beso, con sutileza y delicadez, en forma de despedida. Nuestras miradas se encontraron, y con la poca luz que las velas brindaban pude ver miedo y preocupación en sus ojos azules. Me quede perpleja tratando de asimilar lo que sus emociones significaban, pero por más que lo pensará no podía intuir lo que su mente pensaba. Entonces, sin decir ni siquiera una sola palabra tomo su caballo y subió a él.

Mis padres se acercaron, un poco incomodos, para despedirse también. Pero más que una despedida era nada más indicaciones cortas y repetitivas.

- No salgas de casa esta noche, y tampoco hagas algo arriesgado – aconsejo mi padre.

- Bond, cuida de Anya – la orden dada por mi madre fue recibida de manera afirmativa, con un ladrido, por nuestro amigo canino.

No era la primera vez que me quedaba sola por las noches. Sin embargo, la preocupación que pocas veces Bill demostraba estaba también presente en los ojos de mi padre. Ambos parecían querer decir algo, pero se arrepintieron en el momento.

Podría decir firmemente que no poseía ni una gota de miedo, y realmente quería hacerlo. Pero el hecho de que la luna comenzara su transición al color rojo hacia que mi garganta quisiera expulsar suplicas para que no se fueran.

Pero no lo dije, y tampoco mis padres dijeron algo más. Todos montaron sus caballos y se adentraron en el oscuro y desolado bosque. Yo miraba como poco a poco la luz de sus velas se alejaban de mí.

- Y volvemos a quedarnos solos, Bond – le dije al perro mientras entrabamos a casa.

Mire la luna antes de cerrar la ventana. Su tono rojizo indicaba que se preparaba para cazar. Temblé un poco, porque, aunque aseguraba que era solo una leyenda, las palabras que acompañaban a la leyenda hicieron eco en mi cabeza.

"La luna es caprichosa, pero cuando se tiene el control del destino cualquiera lo sería."




Muy bien, ¡¡le he traido el primer capitulo de este fanfic!! Creo que no debia hacerlos esperar mucho si espero que la historia sea bien recibida por todos ustedes. Así que trataré de actualizar una o dos veces por semana para que la historia sea facil de entender. 

Aclaración: En ese fanfic, los personajes tiene la edad entre 18 y 20 años, conforme vaya avanzando la historia iré explicando más a detalles como funciona la edad de los vampiros. 

La Luna RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora