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Las noticias de la muerte de Freddie Thorne llegaron a Small Heath acompañados del dolor del duelo que se siente al despedir a un viejo amigo

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Las noticias de la muerte de Freddie Thorne llegaron a Small Heath acompañados del dolor del duelo que se siente al despedir a un viejo amigo. Fuera de los conflictos que nacieron de sus creencias comunistas y su apresurado matrimonio con Ada, los Shelby mayores y él habían sido amigos de la infancia. Habían compartido juntos los años más tiernos e inocentes de sus vidas, habían sido castigados juntos y cuando la guerra cayó como lluvia ácida sobre sus cabezas, rompiendo las pocas esperanzas que unos niños que habían crecido en la pobreza podían mantener, se convirtieron en hermanos.

Lo primero que se le vino a la cabeza a Tommy cuando oyó la noticia fue el momento en el que Freddie le había salvado la vida. En los claustrofóbicos túneles que habían cavado juntos, con la cara llena de polvo y el olor a tierra y pólvora inundando sus pulmones, el primer impulso de Freddie al ver el arma apuntando a su amigo fue lanzarse hacía el para sacarlo de la trayectoria de la bala. Arriesgó su vida por él y aunque le hubiese costado mostrarlo, Tommy intentó devolverle el favor cuando el inspector Campbell tomó un especial interés por él.

Una parte de él pensaba que era injusto que él siguiera vivo y Freddie no, pero la vida no era justa y a la temprana edad de 24 años, su hermana menor se había convertido en viuda y el pequeño Karl, de dos años, era huérfano de padre. Si pensaba con la cabeza y no con el corazón, podía ver un lado positivo a todo ello, tal vez ahora Ada viera la locura que era luchar por la causa comunista, poniéndose en riesgo no solo a sí misma si no a su hijo; y Karl, a pesar de haber sido nombrado por un político comunista alemán, podría huir de los ideales que su padre le habría inculcado.

John no pensó en nada, solo sintió, sintió el dolor que sabía que su hermana estaba experimentando porque él ya lo había vivido. Perder al primer amor era difícil y más cuando compartíais hijos en común. Cada día John miraba a sus hijos y encontraba un pequeño detalle: en la forma en el que el pelo de Katie se rizaba en las puntas, el brillo en los los de George cuando mentía o lo forma en la que Lucy rodaba los ojos cuando no le interesaba lo que le decían y era como volver a tener a Martha delante de él.

Un fantasma del que no podías escapar porque lo más preciado de tu vida, también lo había sido para esa persona. Un fantasma del que no querías escapar pero que con los años se hacía cada vez más difuso y empezabas a cuestionarte si realmente estaba ahí o solamente era tu imaginación haciéndote una mala jugada. Y la culpa que te acompañaba al pasar página, al seguir viviendo, al volver a enamorarte, al volver a casarte.

Arthur se había emborrachado en honor a Freddie Thorne, el capullo comunista que se había llevado a su hermana menor a Londres, lejos de su familia. Pero también en honor al niño con el que se había lanzado al muelle cuando sus padres pensaban que estaban en el colegio, con el que él y sus hermanos habían jugado al fútbol descalzos porque no tenían dinero para más de un par de zapatos y sus madres los matarían si los rompieran.

Small Heath no era demasiado grande y por ello, amigo o no, la muerte de alguien siempre se hacía notar. Aún así, Polly no esperaba que mucha gente acudiera al funeral, después de la guerra la gente trataba de evitar el luto, quería olvidar la verdad inminente de la muerte, irónicamente la única seguridad que el ser humano tenía.

SERENDIPIA [TOMMY SHELBY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora