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TW.: violencia, mención de drogas

Tommy citó a Lizzie en su oficina, esto se había convertido en algo no del todo inusual ya que era un hombre con necesidades y mucho trabajo, aunque esta vez sus intenciones eran distintas

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Tommy citó a Lizzie en su oficina, esto se había convertido en algo no del todo inusual ya que era un hombre con necesidades y mucho trabajo, aunque esta vez sus intenciones eran distintas. Cuando entró por la puerta ella ya lo estaba esperando, tenía un cigarrillo encendido en su mano izquierda mientras con la derecha jugaba con unos papeles esparcidos en su escritorio.

- Qué pronto. - se sorprendió ella, acostumbrada a que llegara tarde a sus encuentros, en ocasiones se había encontrado cansada de esperar pensando si se había olvidado de ella.

- Cierra los ojos, Lizzie. - le ordenó, a la vez que se sacaba la gorra y la doblaba para guardarla en el bolsillo de su abrigo sin que la cuchilla cortara la tela.

- ¿Cómo?

Había un tono de incertidumbre en la voz de la prostituta, había conocido a Tommy desde que eran niños y nunca le había tenido miedo, razón por la que él acudía a ella por sus servicios. Pero ahora eran adultos y ella mejor que nadie entendía a que extremos eran capaces de llegar las personas por necesidad o ambición.

Ella había sido capaz de vender su cuerpo a los hombres y los rumores decían que Tommy Shelby había vendido su alma al diablo.

- Cierra los ojos. Adelante, ciérralos. - se acercó a ella y asintió con los ojos para tranquilizarla. - Bien, ahora ven conmigo. - dijo cuando ella hizo lo que le había pedido, guiándola por los hombros. - No, con los ojos cerrados. - explicó una vez más cuando la vio hacer el amago de abrirlos y ella sonrió en respuesta.

- ¿Qué estas haciendo Tom? - reía ante la situación tan extraña que estaba viviendo, dejándose guiar con los ojos cerrados por el hombre más temido de Small Heath.

- Tienes que sentarte aquí. Muy bien. Y ahora... escribe lo siguiente. - colocó su mano sobre los ojos cerrados de Lizzie para asegurarse.

Ella ahora estaba sentada en su oficina, frente a la maquina de escribir que él usaba a diario y aún así seguía siendo demasiado lento al usarla. Esa era una de las fuentes de su frustración últimamente, como el uso de maquinas de escribir los estaba retrasando en los últimos meses, pero su implantación en empresas se estaba extendiendo y Tommy sabía que ignorarlo solo los perjudicaría a largo plazo. Al menos esa fue la conclusión a la que llegó después de ver a Kate usar una de las maquinas de escribir con la misma facilidad con la que Arthur se bebía un whisky, si el futuro sería así no podía seguir peleándose con los cambios.

- ¿Por qué? - volvió a preguntar entre risas nerviosas.

- Eh... - se quejó Tommy al ver como movía la mano con el cigarrillo en su dirección, apartándose lo suficiente para que no le quemara el abrigo. - Deja el cigarrillo. - dijo con voz seria. - Eso es. - la felicitó cuando al fin encontró su cenicero a tientas. - Bien. "Si se acerca el invierno, ¿tardará mucho la primavera?" - le dictó.

SERENDIPIA [TOMMY SHELBY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora