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Todos los días como un reloj, la casa de apuestas de Wattery Lane habría sus puertas al publico a las 8 de la mañana, sin embargo ese era un día especial, porque solamente una vez al año era el cumpleaños de Polly Gray

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Todos los días como un reloj, la casa de apuestas de Wattery Lane habría sus puertas al publico a las 8 de la mañana, sin embargo ese era un día especial, porque solamente una vez al año era el cumpleaños de Polly Gray. Era cuanto menos curioso, cómo precisamente ese día, cuando Tommy le había preparado una pequeña sorpresa, llegaba tarde y con el olor al whisky de la noche anterior aún impregnado en su ropa.

Los aplausos de los Peaky Blinders en la habitación le hicieron entrecerrar con disimulo los ojos bajo su sombrero negro de ala ancha.

- Pero bueno, ¿qué narices pasa?

Los aplausos de Tommy eran lentos, mientras los demás sonaban como armónicas negras, el doble tempo de las blancas de Tommy resaltaban su importancia dentro del grupo.

- ¿Cuándo has vuelto? - le preguntó su tía cuando se acercó a ella, alejándose del grupo de hombres que la observaba con su característico cigarrillo colgando de sus labios.

- No iba a perderme tu cumpleaños, Pol... - respondió con sarcasmo a su sorpresa al verlo allí.

El cabecilla de la organización dirigió su brazo izquierdo para envolver con él los hombros de su tía. Polly había estado en su vida desde que tenía uso de razón, lo había cuidado y guiado durante más tiempo que su propia madre

La mujer que había estado con él, lo había cuidado y guiado durante más tiempo que su propia madre. Y aunque fuera duro de admitir, Tommy se alegraba de ello, porque su madre había sido una mujer débil que había sido maltratada por su marido y la mala vida, pero Pol, su tía era la clase de persona que resurge de sus propias cenizas con fortaleza y sed de venganza.

Pero la genética no puede simplemente desaparecer y a pesar de debérselo todo a ella, la arrogancia que había heredado de su padre le impedía confiar en nadie, ni si quiera en ella, lo suficiente como para tener una mano derecha. La idea de confiar en alguien con los ojos cerrados se veía ridícula en la mente de Thomas Shelby, porque si era sincero, ni si quiera confiaba completamente en sí mismo.

- ¡Venga a trabajar! - exclamó Arthur mandando a todo aquel cuyo apellido no fuera Shelby a sus respectivos puestos de trabajo.

- ¿Cómo sabes que es mi cumpleaños? Nunca os acordáis. - le preguntó en voz baja, no queriendo ser escuchada.

Sus hombros estaban tensos y sus ojos reflejaban claramente la sorpresa y el horror. Entrecerró los ojos hacía Kate cuando la vio sonreír divertida en su dirección desde el otro lado de la habitación.

- Es diferente este año. - le explicó tirando la colilla de su cigarrillo en el cenicero de la mesa por la que pasaban en su camino. - John, Finn, traed el coche.

- ¿A dónde vamos?

- A por tu regalo de cumpleaños.

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SERENDIPIA [TOMMY SHELBY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora