Capítulo ocho. Creo que arruiné todo

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Me arrepentí al instante de lo que había preguntado, sentía como el rubor se apoderaba de mis mejillas, no podía comprender el impacto de Anne para sacarme las palabras que a veces no pensaba decir y que impacto tenían esas palabras luego en ella para enmudecerla, esperaba que esta vez ella no enmudeciera porque no sabría que hacer con la situación.

Después de unos segundos que Anne no decía nada continué:

-Anne, lo lamento, no quise decir eso, no me hagas caso, es solo que me dejé llevar por la emoción de estar pintando, ya sabes, me pone feliz hacerlo y siento que debería andar por ahí dando besos de felicidad y...

-Entonces ¿no es por mí? el beso que me pediste no es por qué yo... bueno que tú ¿sientas algo por mí?

-Lo siento, Anne no quería incomodarte -no quería negarlo, pero tampoco aceptarlo, tenía miedo de mis palabras que lo único que se me ocurrió fue lo siguiente: -Tengo una idea acerca de la reina de hielo en mi pintura.

-Danielle yo...

Anne se levantó de su sitio y caminó hacía la puerta, tocó el pestillo pero lo soltó enseguida, sentí como el corazón se me detuvo y se le hizo una grieta en cuanto comprendí que Anne buscaba alejarse de mi, pero era su casa, yo era quien debía irme.

Me levanté al mismo tiempo que ella volteó hacia mí.

-Yo me voy, siento mucho lo qué pasó y...

-No -me interrumpió-. No, lo siento, no te vayas, porque yo... yo me levanté porque quería huir de lo que pensé, pero debo enfrentarlo, Danielle yo pensé hace un momento que en verdad quiero que me beses, pero no supe como tomar la situación, además me doy cuenta que solo fue tu frenesí de artista, no tus sentimientos hacía mi, así que disculpa la confusión, si quieres retirarte lo entiendo.

¡Anne quería besarme también!

-Eso sólo lo dije para librarme de una incómoda situación Anne, pero ahora que dices eso, tengo que aceptar que fue una mentira piadosa... si te lo pedí por los sentimientos que tengo por ti.

-Danielle yo te adoro, eres una persona maravillosa como tu hermana Diana, fueron hechas del mismo material de amor puro, bondad y hermosura, Danielle yo estoy confundida por ello, a Diana no la quiero besar, a Diana la quiero en mi vida, pero a ti te quiero aún mas cerca, ¿que me está pasando?

-Anne creo que es amor, yo también te quiero cerca.

Me acerqué a la pequeña chica de las pecas, sus hermosos ojos azules brillaron, la tomé en mis brazos y después tomé una de sus mejillas, en ese momento una lágrima resbalaba por su mejilla y le pasé mi dedo pulgar sobre ella pare secarla.

-Anne, tengo que pedir permiso para hacerlo, tampoco lo he hecho nunca y tengo miedo... pero ¿puedo?

Ella solo asintió.

Antes de hacerlo un doloroso pensamiento sacudió mi mente, le di un suave beso en sus pequeños y suaves labios, pero no quería hacer algo para lo que ella no estuviera lista, claro que deseaba mas, un beso mas largo, pero eso no podría ser bueno, alargar sentimientos que nos traerían dolor, seríamos juzgadas por nuestros actos, yo estaba dispuesta a todo pero Anne... a ella quería protegerla de todo, no quería que sufriera, que la juzgaran.

Aún así Anne sonrió de oreja a oreja y me dió un abrazo largo, las lágrimas ahora brotaban de mis ojos, tendría que hacerlo, por el bien de ambas.

Cuando Anne me soltó y vió mis lágrimas me preguntó sobre que las ocasionaron y le dije que estaba feliz por haberla conocido.

-Anne tengo que irme, te dejo el cuadro, deja que seque y podrás luego colgarlo donde quieras -dije mientras guardaba el resto de mis cosas.

-Danielle, la reina de hielo aun no tiene hojas...

-Era lo que quería decirte hace rato, no le dibujaré hojas hasta que tu cabello crezca o hasta que empieces a aceptarte tal y cómo estás, lo que pase primero, quiero que te ames como amas a la reina de hielo.

Salí por la puerta rápidamente y escuché la voz de Anne cuando ya iba a medio pasillo:

-¡Es una gran metáfora! ¡te avisaré cuando eso pase y te daré el cuadro para que me lo termines!

Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos, Anne si tan solo supieras que ya no pienso mirarte a los ojos después de esto.

Salí de la casa y el frío me caló en la cara, era el clima perfecto para mi estado de ánimo, corrí hacia la salida de Greengables agradecida de no haberme topado con los Cuthbert o Jerry. Mi querida Anne, espero haber hecho esto a tiempo.

Danielle with an E | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora