Capítulo nueve. Él

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Por la mañana fingí estar enferma, los ojos hinchados de tanto llorar toda la noche me ayudaron a que mamá creyera que estaba resfriada.

Me la pasé leyendo toda la mañana en la cama, cuando por fin me levanté intenté pintar pero no tenía a mi inspiración, entonces lo comprendí todo: ya no pintaría nunca mas, se había acabado, había hecho de Anne la fuente de inspiración de mis pinturas que ahora no podría volver a mezclar ningún color. Comencé a llorar de nuevo despidiendo otro de mis grandes amores.

Volví a quedarme dormida después de haber llorado, cuando de pronto alguien tocó la puerta, era Diana que había regresado de la escuela.

-Lo siento Diana, no tengo ganas de ver a nadie.

-Todas en la escuela se preguntan si estás bien, sobre todo Anne, estaba demasiado emocionada cuando me vió entrar pero al no verte conmigo la vi confundida y se la pasó lamentándose no poder verte, creo que tenía algo que decirte, puedo decirle que venga si quieres.

-¡No! La verdad no me siento nada bien, dile eso a todas, ya veré yo luego cuando hablar con Anne.

Pasaron varios días, mamá empezó a querer llevarme con el doctor pero me negaba, le decía que iba a mejorar, que sentía que lo haría pronto, así que era momento ya de terminar mi mentira, debía volver a la escuela, pero no podía mantener ninguna conversación ni mirada con Anne.

Me había terminado todo cuanto deseaba leer y también incluso un libro que nisiquiera me llamaba la atención de principio, quería hacer algo mas, tocar el piano no era opción porque no quería estar en la sala y odiaba tejer o cualquier cosa que llevara hilo y agujas; solo deseaba una cosa: pintar.

Tomé otra vez un lienzo en blanco y me dije a mi misma que no podría abandonar algo que me hacía feliz, no podía dejar de pintar, y si la inspiración que yo misma había elegido ya no estaba pues tendría que buscar otra. No quería salir pero por mi pintura haría lo que fuera.

Le dije a mis padres que necesitaba tomar aire fresco y que ya había mejorado mucho.

-Querida, aún puedes estar resfriada y afuera está muy frío, no deberías salir -dijo mi padre.

-Claro que puede salir, ¿acaso ya no recuerdas que el aire de invierno puede ser beneficioso para la salud? -espetó mi madre-. Anne así curó a Minnie May, así que me parece una idea genial que Danielle tome aire fresco.

Mi corazón se detuvo cuando escuché el nombre de Anne, pero gracias a ella podría salir, últimamente todo en mi vida era gracias a ella.

-De todos modos debo salir si tengo que volver a la escuela -dije para olvidar la escena de Anne siendo la heroína de mi hermanita mas pequeña.

-Ay querida pero que dices, la escuela terminó hoy, empezaron las vacaciones de navidad -dijo mi madre.

Bueno, la verdad es que no sabía que la escuela ya había acabado, no había llevado la cuenta de cuantos días estuve ausente, pero me aliviaba no tener que enfrentarme a ella durante un tiempo.

Salí un rato después de convencer a mi madre que no necesitaba su compañía, comencé a caminar sin rumbo hasta que me di cuenta que estaba yendo en dirección a Greengables, frené y me di la vuelta, seguí caminando a lado de unas praderas hasta que vi una figura varonil unos metros al frente de mi, era Gilbert, estaba atando unos leños y poniéndolos en una carretilla.

Quise alejarme disimuladamente pero Gilbert alzó la vista y me miró.

-¿Usted por estos rumbos, señorita? Espero se encuentre mucho mejor de su resfriado.

-Gracias, ya estoy mucho mejor, por eso decidí salir a caminar.

-Me alegro de oírle, espero que no tenga problemas con atrasarse en la escuela, yo podría ayudarla con los apuntes.

-Eres muy amable Gilbert y por favor, háblame de tú.

-Bien "tú", ¿Quieres acompañarme a casa a tomar algo? Te puedo presentar a mi amigo Sebastian, creo que no han tenido el gusto de conocerse.

-Me encantaría conocer a tu amigo Sebastian, de verdad que si, pero en estos momentos necesito estar aquí afuera, verás... amo pintar y últimamente no he tenido la inspiración necesaria, entonces estoy buscando algo que me inspire.

-Vaya, no soy artista pero suena difícil, eso de tener que buscar inspiración, pero te acompaño en busca de algún lugar hermoso.

Dimos un buen recorrido entré más y más prados, la compañía de Gilbert era reconfortante, era una persona que inspiraba confianza.

-La verdad que a lo que yo me quiero dedicar no necesita inspiración, sino mas bien dedicación -dijo Gilbert después de unos minutos de silencio.

-¿Y que es a lo que te vas a dedicar?

-Medicina.

-Wow, de verdad si necesitas dedicación.

-Si, aunque la verdad la inspiración si estuvo presente para tomar esa decisión. Fue algo muy complicado pero hermoso de realizar, traje un bebé a este mundo.

-¿De verdad realizaste un parto?

-Si y uno complicado, el bebé estaba al revés y tuve que voltearlo.

Escuché a Gilbert hablar de su anécdota con el parto que atendió en una isla lejana, me sorprendía su valentía y su vocación por ayudar a los demás, era una persona con ambiciones y muy decidido, eso me hizo sentir que me agradaba Gilbert aún más.

Llegamos a un barranco enorme, pero con una vista tan espectacular, se veían montañas llenas de nieve y también se podía observar la playa.

-Si me dices que esto no te inspira, consideraré la opción de que o necesitas lentes o eres mas dura de lo que pensé.

Me reí, Gilbert si supieras lo delicada que soy en emociones y lo mucho que estoy luchando por ser dura.

Me paré delante del barranco y comencé a apreciar los detalles del hermoso paisaje, me inspiraba si, pero me faltaba mas, me faltaba Anne... Gilbert se interpuso entre mi vista y el paisaje y sonrió pícaramente.

-¿Qué tal ahora? ¿No luce mejor el paisaje? Dime que te inspira.

-Lo mejoraste mucho a decir verdad -admití entre risas.

Y era verdad, Gilbert tenía una sonrisa muy hermosa y unos ojos que derretirían a cualquier chica, ahora comprendía a Ruby Gillies y el amor que le profesaba a Gilbert, parecía estar escrito por alguna novelista muy soñadora y delicada con cada detalle de sus personajes, sin duda Gilbert podría ser la persona masculina que se robaría mi corazón, si no fuera porque soy distinta, soy como mi tía Josephine.

-Anne me diría que soy un idiota, voltearía los ojos y se daría la vuelta -dijo sin quitar la sonrisa, el único cambio ahora es que sus ojos brillaban.

¿Por qué el mundo se empeñaba en mencionar a Anne? y ¿Por qué ahora la maldita sonrisa de Gilbert en vez de inspirarme me daba rabia?

Estaba celosa, celosa porque él era muy apuesto, porque era buen chico, porque quería ser médico y tendría un gran trabajo, estaba celosa porque él... era hombre, él si tenía una oportunidad con la chica que le gustaba... con la chica que nos gustaba.

Danielle with an E | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora