Nico, Jason y Percy se preguntaron lo mismo durante todo el camino, por los dioses, el mismísimo Zeus los había enviado hasta allí, aunque no llegaron al lugar donde antiguamente se cernía la ciudad de Atenas.
Si no a un estado remoto que antes formaba parte del imperio de la antigua Grecia, los griegos antiguos les iba mucho eso de las guerras y conquistar nuevos territorios.
No supieron exactamente como fue que llegaron debajo de la tierra.
Pero debajo de aquella simple ciudad rural estaban las ruinas de un reino enorme que daba la impresión de haber sido un sitio precioso en su momento, los enormes y viejos templos de diferentes dioses, incluido sus padres, estaba cubierto de todo tipo de musgo, enredaderas y preciosos tulipanes blancos.
— Debe ser una broma...— Nico se detuvo por completo, perplejo.
— ¿Somos...? — Jason Balbuceó, sorprendido al ver la piedra tallada.
—¡Nosotros! — Exclamó Percy.
El pelinegro miró cada detallé, rozo las figuras talladas en la pared con las puntas de sus dedos; Por alguna razón aquello le hacía sentir nostálgico.
Un ruido sordo llamó la atención del rubio y el pelinegro, Percy Jackson se había caído como un saco de papas al suelo de golpe, se alarmaron por el bienestar de su amigó supuesto, pero se tranquilizaron al oír al muchacho roncar y verlo babear.
— ¿Qué diablos? — Nico se acercó al moreno y lo pico con el mando de su espada.— ¿Qué le pasa?
— No lo sé...— Bostezo Jason, se sentó en la hierba y se acostó como si nada, listo para dormir.— Tengo sueño, bro... Me voy a tomar un momento.
— ¡Jason! ¡¿Cómo que tomarte un momento!?— Nico corrió hacia el rubio y lo sacudió, pero era muy tarde el romano estaba dormido.
Nico intentó levantarse, pero sus piernas flaquearon y callo acostado al lado de su mejor amigo.Y entonces se sumergió en la penumbra de los sueños.
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Mucho antes de que la ciudad de Atenas fuera fundada.
Antes de los héroes Heracles, Perseo y Aquiles.
Existió una ciudad utópica llamada solaría, hecha a imagen y semejanza de una pequeña diosa.
—La Reina Visenya, primera con el nombre, hija de los reyes del Olimpo, Zeus y su esposa Hera.— Proclamó el sacerdote con una voz fuerte que el templo retumbó, y todos los nobles se arrodillaron.— Reina de todas las mujeres griegas, y los primeros hombres, señora del imperio griego y protectora de la tierra.— El hombre religioso dejo caer la corona de oro imperial con incrustaciones de diamantes sobre la cabeza de la chica.
