Los Einherjar (en singular: einherji) son individuos elegidos para formar parte del ejército de Odín para prepararse para el Ragnarök. Viven en el Hotel Valhalla.
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Luego del viaje más turbulento por los nueve mundos, siendo casi devorado por una ardilla con rabia, escapan lodo de valquirias hechas furia, estaba considerablemente hambriento.
Al ver una estación de servicio abierta las veinticuatro horas sentí un tirón en mi estómago, mi cuerpo exigía que lo alimentarán. Apresuré el paso y me aproximé lo más rápido que pude a la pequeña tienda llena de luces de neón y carteles pegados en sus ventanas.
No sabías exactamente como habías llegado a Long island, pero estabas agradecido de estar lejos de Boston y el territorio de los dioses nórdicos.
Abriste la puerta del establecimiento, de inmediato el aire frío de la tienda chocó contra tu rostro, el lugar olía a nuevo y frituras, mire a mi alrededor, no había nada fuera de lo común, en el mostrador había un chico medio dormido que me dio una mirada de fastidio y dijo un tenue "Bienvenido" y la tienda tenía unos cuantos pasillos y heladeras que mantenían frías las bebidas y productos lácteos.
Creo que el tipo no le pareció raro ver un chico que parecía vagabundo, con la ropa hecha jirones, lleno de polvo y el rostro lleno de raspaduras.
Entre en la tienda y tome una cesta, me pasee por los pequeños pasillos y tome un par de bolsas de papas.
Saque un paquete de galletas de la estantería cuando mire de reojo una figura oscura a mi lado a unos metros de distancia de mí. Gire la cabeza y mire a la otra persona tan loca como para venir a esta hora a una tienda abierta las veinticuatro horas, di un pequeño salto al notar que este me miraba con una mueca. Allí estaba un chico de cabello negro, desaliñado, alto y de piel pálida que contrastaba con su cabello, iba vestido de negro con botas de cuero y una chaqueta de marrón claro de aviador. Tenía un aspecto extraño, pero atractivo.
Su intensa mirada oscura me causo un escalofrío, incómodo, metí el paquete de galletas en la cesta y caminé hacia las heladeras.
Aquel chico tenía un aura muy pesada, estaba seguro de que era un gigante de hielo que había decido disfrazarse de adolescente, no le parecía una idea descabellada, pues los gigantes son seres mágicos.
Me tambaleé de los nervios hasta llegar a las heladeras, mire en todas dirección buscando una salida, tenía que salir de aquí de inmediato.
Mire el reflejo traslúcido de mi figura en el cristal de la heladera, mi pelo castaño ondulado estaba hecho un desastre, tenía los ojos color miel casi al punto de ser dorados y piel blanca saludable; Lamentablemente mi ropa no tenía tan buen aspecto como mi rostro. Mire las bebidas energéticas, iba a ser una noche larga y luego de ver a ese chico me parecía que no podría descansar a gusto otra vez.
